Falsos recuerdos: por qué recordamos cosas que nunca sucedieron

Falsos recuerdos: por qué recordamos cosas que nunca sucedieron

(Imagen ilustrativa Infobae)(Imagen ilustrativa Infobae)

El 22 de septiembre de 1969, apenas unos días antes de cumplir nueve años, la pequeña Susan Nason era asesinada en un pequeño pueblo del estado de California. Veintiún años después, este caso resurgió con fuerza en los medios de comunicación.

Eileen Franklin, una amiga de la infancia de Susan, afirmó a finales de 1989 que había recuperado recuerdos relacionados con el asesinato que estaban reprimidos en su mente. Implicaron a su padre, George Franklin, como el responsable del atroz crimen. Las consecuencias de esta declaración profusamente detallada fueron devastadoras para este hombre, que pasó varios años en prisión. Pero en 1996, las dudas sobre la validez del testimonio de su hija llevaron a su absolución.

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En los años 90, este polémico caso, junto con la aparición de testimonios de personas que decían recordar traumas infantiles en el contexto de la psicoterapia, centró el interés de los científicos que investigan la fiabilidad de los recuerdos, especialmente en el ámbito judicial. .

Recordar demasiado

Generalmente tendemos a considerar que La memoria falla cuando olvidamos algo.. Sin embargo, no sólo puede cometer omisiones, sino que también puede es capaz de alterar la integridad de los recuerdos existentes. Se les conoce como “falsos recuerdos” y/o “falsos reconocimientos”, y son tan comunes como los molestos olvidos que experimentamos.

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En ocasiones, estas distorsiones se limitan a pequeños detalles sin importancia, como confundir quién nos dijo que nos iban a subir el sueldo o el sabor concreto de nuestra tarta de cumpleaños. Pero, lamentablemente, también pueden tener graves consecuencias en la vida de las personas, como hemos visto con el asesinato de Susan Nason.

¿Por qué generamos recuerdos falsos?

Una de las creencias más extendidas sobre la psicología humana es que nuestra memoria funciona como un dispositivo de registro literal y exhaustivo que almacena experiencias en tiempo real. Para acceder a un recuerdo, simplemente activaríamos nuestra base de datos mental y “reproduciríamos” las experiencias almacenadas.

Pero como afirmó el científico británico Frederic Bartlett en 1932, Los recuerdos no son meras “réplicas literales” de la realidad. Más bien, son el tejido de narrativas que evolucionan y se simplifican con el tiempo. En este proceso, la memoria no se limita a reproducir una experiencia, sino que la “reconstruye” a través de una compleja amalgama de ingredientes. Esta amalgama abarca tanto hechos reales como interpretaciones personales de los mismos. Ambos se entrelazan en la narrativa para construir un relato coherente de nuestras vidas.

Este carácter reconstructivo de la memoria está relacionado con la generación de recuerdos falsos. Al vivir un suceso, registramos selectivamente aquellos aspectos de la escena que nos impactan, motivan o emocionan y, con ellos, hacemos la “película” de ese suceso. No conservamos todos los detalles, sino sólo fragmentos que están relacionados con información relacionada.

Cuando evocamos ese recuerdo, el recuerdo reconstruye la experiencia combinando fragmentos de experiencias similares. Y, en paralelo, llenar los huecos a través de inferencias derivadas de nuestra experiencia previa en situaciones análogas.

El aporte de Elisabeth Loftus

En 1974, Elisabeth Loftus, destacada investigadora de la memoria de la Universidad de California, dirigió un estudio pionero en este campo de investigación.

Después de presentar vídeos cortos de accidentes de tráfico a varios grupos de estudiantes, se pidió a los participantes que estimaran “a ojo” la velocidad de los vehículos en el momento del accidente. Los investigadores hicieron preguntas utilizando verbos que implícitamente podrían sugerir diferentes velocidades: “aplastar”, “golpear”, “deslizar”, etc.

Los resultados revelaron una influencia significativa de la “fuerza” de los verbos en las estimaciones de velocidad. Estas calificaciones fueron más altas cuando se usó un verbo como “aplastar” en comparación con, por ejemplo, “frotar”.

Además, cuando se les preguntó unos días después si recordaban haber visto cristales rotos en los vídeos, los miembros del grupo “smash” afirmaron recordarlos con el doble de frecuencia que los miembros del grupo “swipe”. El caso es que esos cristales no aparecieron en las grabaciones.

No tengo más preguntas, señoría.

Ser capaz de influir en la memoria introduciendo información sesgada en las preguntas a un testigo puede resultar extremadamente perjudicial. En países como Estados Unidos, ha habido números alarmantes de personas condenadas por crímenes que no cometieron, como resultado de distorsiones en la memoria de los testigos o incluso como resultado directo de la aplicación de técnicas de interrogatorio inapropiadas.

En una de sus famosas charlas TED, titulada La ficción de la memoria, Elisabeth Loftus nos cuenta cómo en algunos de sus experimentos logró Implantar recuerdos falsos en adultos.. Por ejemplo, pudo convencerlos de que se habían perdido en un centro comercial cuando eran niños, simplemente brindándoles detalles inventados sobre ese supuesto (y falso) suceso.

Otros estudios han logrado sembrar pseudomemorias utilizando fotografías manipuladas en el que se mostraba a personas dando un paseo en globo aerostático cuando eran niños, aunque nunca había sucedido nada parecido.

Es importante señalar que algunas técnicas psicológicas como la hipnosis han resultado muy efectivas para convencer a las personas de que recuerden acontecimientos de sus vidas que nunca han experimentado. Probablemente esto se explique porque la hipnosis fomenta la imaginación, que también es fuente de inspiración para recuerdos falsos. ¡Cuántas veces confundimos la realidad con algo que simplemente hemos imaginado!

Otro problema añadido de la sugestión hipnótica es que aumenta artificialmente la confianza en los recuerdos generados, lo que hace aún más probable que lo que sólo ocurrió en nuestra imaginación sea tomado como real.

¿Es realmente nuestra memoria tan defectuosa?

Por supuesto que no. A pesar de sus imperfecciones, la memoria humana exhibe notables adaptabilidad y generalmente funciona eficazmente en la mayoría de situaciones. Su carácter puramente productivo y reconstructivo juega un papel esencial para ayudarnos a comprender el entorno que nos rodea, integrar nuestras experiencias y mantenernos actualizados en un mundo en constante cambio.

Sin embargo, esta afirmación no implica que debamos ignorar el hecho de que nuestros recuerdos son potencialmente frágiles, maleables y susceptibles de ser distorsionados por muchos factores. Pese a todo ello, y como ya nos dijo Platón, no nos faltan motivos para presumir de tan maravilloso regalo.

*Información elaborada por Julia Mayas Arellano, Catedrática de Psicología Básica de la UNED; Antonio Prieto Lara, Profesor Colaborador, Departamento de Psicología Básica I, UNED, y Pedro Raúl Montoro Martínez, Catedrático del Departamento de Psicología Básica I, UNED.

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Source: pagasa.edu.vn

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