El Movimiento de Países No Alineados y la pendularidad argentina

Este mes se cumple el 50 aniversario de la adhesión de Argentina al Movimiento de Países No Alineados (NOAL) (Sven Creutzmann/Mambo photo/Getty Images).Este mes se cumple el 50 aniversario de la adhesión de Argentina al Movimiento de Países No Alineados (NOAL) (Sven Creutzmann/Mambo photo/Getty Images).

En medio del bullicio y las controversias en torno a la entrada en los BRICS y Cuando tanto se habla del llamado “Sur Global”, un aniversario parece haber pasado desapercibido entre nosotros. Porque este mes de septiembre marca el cincuentenario de la adhesión de Argentina al Movimiento de Países No Alineados (NO A).

Un avión soviético I1-14 Crate durante la interceptación de un avión Hércules HC-130 involucrado en las operaciones de búsqueda y rescate del derribado Korean Airlines 747 (KAL-007).  KAL-007 fue derribado por un avión soviético cuando se sospechaba que se encontraba en una misión de vigilancia sobre la isla Sakhalin.  (Foto de © CORBIS/Corbis vía Getty Images)Te puede interesar: El derribo del vuelo 007: un misil soviético, un avión espía, 269 pasajeros muertos y el mundo al borde de una guerra nuclear

Argentina presidió, provisionalmente, Raúl Lasiri, quien como titular de la Cámara de Diputados había asumido el Poder Ejecutivo luego de 49 días tormentosos de la “primavera” camperista. Pero el verdadero dueño del poder era Juan Perónquien días después haría la mejor elección de su vida, consagrándose presidente por tercera vez, luego de dieciocho años de exilio y proscripción.

La moda de la época, la izquierda, el Che Guevara y el “antiimperialismo”. Fue en este marco que la incorporación de NOAL durante la conferencia de Argel se presentaría como un Expresión acabada de la “tercera posición” justicialista. Una membresía que el país mantendría a lo largo de casi dos décadas. Hasta su retiro durante el gobierno de otro peronista, Carlos Menem. En lo que sería una demostración cabal de la proverbial capacidad de adaptación del movimiento justicialista.

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Mientras tanto, una secuencia de zigzags y contradicciones caracterizó al último gobierno militar (1976-83). De repente, el tono tercermundista del movimiento contrastaba con el discurso “occidental y cristiano” del llamado Proceso de Reorganización Nacional. El que en distintas ocasiones evaluó salir del NOAL. Para finalmente quedarse, buscando “solidaridad” en aliados poco probables, en medio de denuncias de violaciones de derechos humanos.

Hasta llegar a uno de los escenarios más recordados de la pendularidad de nuestra historia contemporánea. El que se manifestó en el abrazo promocionado que en junio de 1982 Hermanó al canciller Nicanor Costa Méndez con Fidel Castro en La Habanaen plena guerra de Malvinas.

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En una búsqueda desesperada de una “alianza contra la naturaleza” por parte de alguien que había escrito en Carta Política, en 1976, que “La militancia en el NOAL puede distanciarnos de nuestros viejos amigos y nuestros aliados naturales” y que “en verdad, estamos alineados con Estados Unidos”.

La confusión fue tal que el propio Costa Méndez recordaría años después que el embajador norteamericano ante la ONU Jeanne Kirkpatrick Le reprocharía: “No puedo creer que vayas a Cuba. Eso es una bofetada para Estados Unidos”.

Al final del gobierno militar, El NOAL serviría como plataforma para intentar restaurar el prestigio del país tras la derrota de la guerra en el Atlántico Sur. En su trabajo La Argentina no alineados, Marisol Saavedra señala que la canciller Juan R. Aguirre Lanari fue invitado por el líder sandinista daniel ortega habló en la inauguración de la cumbre de Managua en enero de 1983 porque se consideraba que nuestro país era la última “víctima de las potencias colonialistas”. Mientras tanto, poco después, el general Reynaldo Bignone Viajaría a Nueva Delhi (India) para encabezar la delegación argentina al NOAL.

En 1990, el entonces presidente Carlos Menem tomó la decisión de abandonar definitivamente el Movimiento de Países No Alineados (Alessandra Benedetti/Corbis vía Getty Images).En 1990, el entonces presidente Carlos Menem tomó la decisión de abandonar definitivamente el Movimiento de Países No Alineados (Alessandra Benedetti/Corbis vía Getty Images).

Mientras tanto, el gobierno democrático de Raúl Alfonsín mantendría a la Argentina en el NOAL. Su canciller, el sofisticado pero ideologizado Dante Caputo, se entregaría a una militancia activa del Tercer Mundo, tal vez para satisfacer su ambición de ser elegido presidente de la Asamblea General de la ONU. Un reclamo que generaría interrogantes entre los sectores más tradicionales de la Unión Cívica Radical.

Impulsado por su ministro, el propio Alfonsín participaría en la cumbre del NOAL en Harare (Zimbabue) en septiembre de 1986. En aquella ocasión mantuvo reuniones bilaterales con Castro, Ortega, el presidente peruano Alan Garcíael extravagante líder libio Muamar el Gadafi y el “presidente” de la reunión, el pintoresco pero siniestro dictador Robert Mugabe.

Pero sería el sucesor de AlfonsínCarlos Menemquien impondría cambios “copernicanos” a partir de 1989. Su llegada al poder coincidiría con enormes transformaciones a nivel global. La caída del Muro de Berlín, el colapso de los regímenes socialistas en Europa del Este y la disolución de la Unión Soviética darían origen a un nuevo orden mundial. De repente, para muchos, El NOAL había perdido significado en el mundo posterior a la Guerra Fría.

Acompañado de su canciller, Domingo CavalloEn septiembre de ese año decisivo, Menem viajaría a Belgrado (Yugoslavia) para asistir a la cumbre del NOAL, que marcaría la última participación de un presidente argentino en ese bloque. Las palabras utilizadas en su discurso anticiparon su decisión de dejar NOAL. El riojano afirmó: “En lugar de preguntarnos débilmente qué pueden hacer las superpotencias por nosotros, debemos preguntarnos también con fuerza y ​​determinación: ¿qué podemos hacer nosotros por nosotros mismos?”.

Menem explicó: “No queremos ser un tercer mundo detrás de la justicia y el progreso. No queremos ser el subsuelo de la humanidad”. Y aseguró que “sólo hay un mundo y no tres”.

En junio de 1990, mientras tanto, Menem asistió a la reunión del Grupo de los 15, reunida en Kuala Lumpur (Malasia) donde intentó sumar adeptos a su perfil occidentalista y se declaró en contra de la idea de formar un club de países endeudados. Del tercer mundo. Meses después, Argentina participó de la coalición liderada por Estados Unidos que puso fin a la invasión que Irak había llevado a cabo en territorio de Kuwait, confirmando su alianza con las potencias occidentales.

Fue entonces cuando Menem tomó la decisión de abandonar definitivamente el Movimiento de Países No Alineados. Un acto que se perfeccionó en septiembre de 1991, durante la conferencia de Accra (Ghana). En declaraciones, el canciller Guido di Tella Afirmó que permanecer en el Tercer Mundo significaba tener una “vocación masoquista” y que el NOAL fue tomado por “sectores procomunistas”.

La medida generó reacciones encontradas. Diputado Federico Storani (UCR-Buenos Aires) calificó el acto como un “gesto sobreactuado e innecesario” y una “sumisión gratuita a Estados Unidos”. El Comité Nacional de la UCR emitió un comunicado advirtiendo sobre la “pérdida de independencia”. A su vez, el excanciller y luego diputado Caputo lo calificó como “una idea exagerada” y “un gesto complaciente”.

Las críticas de los radicales contrastaban, sin embargo, con el tono de quien había sido su candidato en 1989, Eduardo Angeloz. Como el gobernador de Córdoba había sostenido que defender permanencia en NOAL y la “vocación tercermundista” Equivalía a “proclamar la victoria de nuestra decadencia”.

Por su parte, la Crónica de Historia de las Relaciones Internacionales, publicada por el CARI, indicó que la decisión repercutió en “un impacto positivo en los vínculos con Israel, otro componente de la coalición occidental”. Y eso, en el corto plazo, permitió concretar la visita de Menem a Israel, “un paso que el gobierno de Alfonsín no había podido dar precisamente por los compromisos asumidos con el NOAL, que era un ardiente defensor de la causa palestina.”

Mientras tanto, un editorial de La Nación del 22 de octubre de ese año elogió la intento de “reubicar a la Argentina en Occidente, tras los malos resultados que dejaron terceras posiciones ambiguas y no alineamientos confusos, reivindicaciones autosuficientes y un aislamiento anacrónico”.

El entonces jefe de asesores de la Cancillería, Andrés CisnerosRecordó años después que cuando pronunció su discurso anunciando la salida de Argentina del Movimiento de Países No Alineados, un delegado, visiblemente insatisfecho, Le arrojó un zapato. Tras esquivarlo, el jefe de la misión argentina comprobó que se trataba de un zapato de la famosa marca británica Church’s, una de las más exclusivas del rubro.

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Source: pagasa.edu.vn

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