Parravicini, el actor “que hizo reír a 3 generaciones”, y la insólita historia del comunista que ficcionalizó su vida

Parravicini, el actor “que hizo reír a 3 generaciones”, y la insólita historia del comunista que ficcionalizó su vida

Florencio Parravicini en la Casa del Teatro, en el centro de la foto.  También se ven Marcelo T. de Alvear, Regina Pacini y Pierina Dealessi.Florencio Parravicini en la Casa del Teatro, en el centro de la foto. También se ven Marcelo T. de Alvear, Regina Pacini y Pierina Dealessi.

“¡Fuego! ¡Ayuda! ¡La casa está ardiendo!” En la calle Juncal, entre Azcuénaga y Larrea, Ciudad de Buenos Aires, una vivienda se incendia, no se ven grandes construcciones: estamos en la penúltima década del siglo XIX, los Cabrera, dueños de la casa, ya están en marcha. la acera, pero el pequeño Raúl, de nueve años, falta. Al lado viven los Parravicini –el paterfamilias es un coronel, director del Penitenciario– que observan la escena, en pijama, desde el balcón. “¡Raúl! “¡Raúl!”

La poeta estadounidense Louise Gluck, ganadora del Premio Nobel de Literatura 2020, posa frente a su casa en Cambridge, Massachusetts, EE. UU., en esta imagen sin fecha obtenida por Reuters el 7 de diciembre de 2020. © Nobel Prize Outreach/Daniel Ebersole/Handout via REUTERS ATENCIÓN EDITORES: ESTA IMAGEN FUE PROPORCIONADA POR UN TERCERO.  CRÉDITO OBLIGATORIO.Le puede interesar: Murió Louise Glück, la poeta de la “voz inconfundible”

Entonces, desde ese preciso balcón, alguien salta directamente a la calle. No es el coronel, es su hijo, un joven que “hacía travesuras”. “¡Señora! ¡Salvaré a su hijo!” Florencio Parravicini, que luego sería un actor respetado, aclamado, vitoreado, se sumerge en el humo y después de tantos minutos sale victorioso con el niño en brazos. La historia es una de las miles de anécdotas que escribió. Alfredo Varela bajo el seudónimo Martín Alvera.

El libro, su gran biografía, es La vida romántica y aventurera de Parravicini: el hombre que hizo reír a tres generaciones. Acaba de ser editado por la Biblioteca Nacional pero fue publicado entre el 5 de julio y el 31 de diciembre de 1945 en la revista ¡Aquí Esta! “No es bueno como espectador. Nunca se conformó con la actitud pasiva de quien se limita a observar. Es, verdaderamente, un actor. Un actor de vida”, escribe Varela tratando de explicar, no sólo la hazaña del fuego, sino el método de Parra.

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Un método que le permitió pasar de “ganarse la plata” lavando vasos en un barco cualquiera cantando tangos en Europa para “desperdiciar un millón de pesos” en las noches porteñas. Y convertirse también en leyenda del teatro, “el dueño de la risa, el domador ante el cual se entregaba cada noche, doblando en risas estruendosas, un público numeroso y adicto; toda la ciudad.”

“La vida romántica y aventurera de Parravicini: el hombre que hizo reír a tres generaciones”, de Alfredo Varela, con el seudónimo Martín Alvera“La vida romántica y aventurera de Parravicini: el hombre que hizo reír a tres generaciones”, de Alfredo Varela, con el seudónimo Martín Alvera

Aplausos y adrenalina

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Frente al espejo o en un escenario, Parra se transformaba: “de repente ese rostro singular se disloca en muecas inverosímiles, grotescas, risibles o aterradoras”. Nadie que lo haya visto en el escenario lo olvidó. ¿Pero quién era él, qué era? El principio de todo es este: Florencio Bartolomé Parravicini Romero CazónNacido en Buenos Aires, el 24 de agosto de 1876, se insertó en un árbol genealógico vinculado a Napoleón Bonaparte ya Giacomo Casanova.

Heredó una fortuna y la despilfarró en París, de donde regresó, según sus propias palabras, “con la satisfacción de haber cumplido con su deber”: “No creas que me costó trabajo. “Fue lo más fácil del mundo”. Desapegado, irreverente, así vivía, así vivía. Y con la actuación, con el arte, ¿fue diferente? “Parra, mimado por el público, a veces se olvidaba de él. Cancelaría el show sin avisar a nadie ni decirlo en el último momento. Y desaparecía hasta el día siguiente”, dice Varela.

Hay registros, muchos. Del teatro, fotos. Y del cine, películas enteras subidas a YouTube. Como el primero, Hasta después de la muertedirigido por Ernesto Gunche y Eduardo Martínez de la Pera, sobre un guión suyo. Cine mudo y en blanco y negro, año 1916. Quizás el más recordado sea Los chicos de antes no usaban gomina.de 1937. Pero hizo varios más: Malgarejo, Tres anclados en París, La vida es un tango, El diablo en faldasentre otros.

Ante todo estrellato hay una fauna que pide a gritos aplausos y adrenalina. Como aquel espectáculo del Casino Oriental, siempre con casa llena, donde disparó dos pistolas al mismo tiempo -de niño ya era un hábil tirador- a su ayudante: en la cabeza, un huevo o una caja de cerillas; sobre su pecho, un tenedor de hierro con una cerilla encendida. “Infaliblemente una de las balas derriba el objeto colocado en la cabeza, mientras que la otra apaga la cerilla”.

Cartel de la película “Los niños de antes no usaban gomina”, película de 1937.Cartel de la película “Los niños de antes no usaban gomina”, película de 1937.

El seudónimo del comunista.

El autor de esta novela es Alfredo VarelaEscritor, traductor y periodista nacido en Buenos Aires en 1914 y fallecido en Mar del Plata en 1984. Su gran novela fue el río oscuro, publicado en 1943, sobre la explotación casi esclavista en los pastizales de Corrientes y Misiones. se basó en ello Hugo del carril para hacer la película Las aguas bajan turbias en 1952. Además de autor, fue miembro del Partido Comunista, por lo que fue perseguido y encarcelado en varias ocasiones.

Hay una anécdota de 1952, cuando fue detenido tras salir de la Embajada de la Unión Soviética. Para entonces ya trabajaba con Del Carril, militante peronista. Fue él quien habló con Perón para ser lanzado. Cuando habló con Varela, el entonces presidente le preguntó por qué está preso. “Por orinar frente a la embajada soviética”, respondió provocativamente. Y Perón dijo: “Mira, al final todos somos un poco comunistas, si al final lo que buscamos es la justicia social”.

La pregunta que surge, entonces, es por qué un militante comunista se interesa por las aventuras de un actor popular. Por este motivo, en la introducción del libro, los investigadores Javier Trímoli y Guillermo Korn Dicen: “Creemos no exagerar ni un poco cuando afirmamos que las cincuenta y dos notas que Alfredo Varela publicó a lo largo de seis meses sobre episodios de la vida de Florencio Parravicini nos sitúan ante lo inesperado, incluso antes de lo insólito”.

Y además, ¿por qué el seudónimo? Martín Alvera¿Cuál es tu segundo nombre y tu apellido en anagrama? Una posible respuesta es: “amortiguar la desviación, quizás también el escándalo; algo que va ligado a la justificación: principalmente se concentró en esta vida tan ajena a sus preocupaciones, a las suyas, por la necesidad imperiosa de asegurarse el sustento, de ganarse el pan en una situación que se le hace cuesta arriba a un militante orgánico de un partido que es semiclandestino”.

Alfredo VarelaAlfredo Varela

En el estudio preliminar, Federico Boido, Nicolás Reydó y Tomas Schuliaquer Dicen que el seudónimo se debe a “cierta popularidad de Varela por haber publicado el río oscuro; su creciente importancia en el PCA, que no necesariamente coincidía con la temática de artículos que escribió más por necesidad laboral que por interés político; la persecución que sufren los intelectuales y militantes comunistas. Sin embargo, ninguna de las hipótesis es concluyente ni definitiva, pues incluso en abril de 1947, tres años después de haber inaugurado su seudónimo, seguía publicando en Aquí Esta! con su verdadero nombre”.

el río oscuro fue traducido a quince idiomas, pero también escribió Güemes y la guerra de los gauchos, Un periodista argentino en la Unión Soviética, Jorge Calvo, un joven heroico, Cuba con toda la barba, Abono inagotable y Poemas. Recibió la medalla Joliot-Curie en 1965, el Premio Lenin de la Paz en 1972 y la Orden de la Amistad de los Pueblos en 1974.

literatura perdida

Hace más de diez años, en un antiguo PH de Villa Urquiza que estaba en reconstrucción, encontraron varias cajas: cartas, libros, cuadernos, manuscritos. Aquí aparece algo de casualidad: el arquitecto, que de niño había militado en la Federación de Juventudes Comunistas, conoce el nombre que se repite en los textos, Alfredo Varela. Finalmente, una parte de todas esas cajas termina en la Biblioteca Nacional, en la casa de su hija en Moscú y en el archivo del Partido Comunista Argentino.

Uno de esos cuadernos es el novedoso proyecto titulado Paraná Medio, que en uno de los márgenes se lee manuscrito: “¿Cómo se hace hablar a un río?” Pronto apareció en el Archivo de la Comisión Provincial para la Memoria una carta que Varela envió a la Policía exigiendo la devolución de su biblioteca personal. “Encontramos allí rastros de un conjunto de libros, revistas y documentos de Varela que hoy se encuentran parcialmente perdidos”, escriben Boido, Reydó y Schuliaquer.

Florencio Parravicini en 1913 cuando protagonizaba la obra “Fruta Picada” en el Teatro de la ComediaFlorencio Parravicini en 1913 cuando protagonizaba la obra “Fruta Picada” en el Teatro de la Comedia

La última mueca al morir.

Como toda buena historia, Varela decide empezar La vida romántica y aventurera de Parravicini al final: “El hombre de rostro cansado apoyó el cañón en su sien, y casi inmediatamente, su dedo, dócil a su voluntad concentrada, apretó el gatillo”. De hecho, Parra se suicida tras enterarse de que tenía cáncer. Sus allegados hablaban de depresión: “ya no tenía fuerzas para vivir”.

Varela intenta “diseñar la novela de la vida” de Parravicini, aunque no le interesa “sólo el actor” porque, dice, “no era más que uno de sus muchos personajes”. Lo que busca es una plenitud, “con sus innumerables aventuras” y “la vitalidad que rezuma por cada poro”. Este hombre intrépido, “un hombre impaciente que se esforzaba por pasar diez vidas en una sola”, “murió como había vivido, improvisando”. Y así dejó este mundo, “haciendo la última mueca al morir”.

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Source: pagasa.edu.vn

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