Los cuentos oníricos de Carlota Gurt que regresa de la destrucción en “Biografía del fuego”

Los cuentos oníricos de Carlota Gurt que regresa de la destrucción en “Biografía del fuego”

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Cada publicación de la editorial española Libros del Asteroide supera a la anterior, los lectores tienen la seguridad de que quedarán gratamente sorprendidos. Esto es lo que sucede con la aparición de biografía de fuegola colección de cuentos del escritor catalán Carlota Gurtque aunque lleva unos meses en las librerías de España, apenas empieza a llamar la atención en Latinoamérica.

En sus casi 200 páginas, las palabras de Gurt nos llevan a conocer diferentes personajes, desde héroes ansiosos hasta amantes perdidos en la incertidumbre, retratados con una mezcla de ironía y confesión íntima.

A medida que avanzamos en la lectura, nos damos cuenta de que estos personajes están pasando por momentos cruciales en sus vidas, enfrentando la impermanencia con una mezcla de miedo y euforia.

Gurt logra una serie de historias que exploran temas como el amor, el desamor, la maternidad, el divorcio y la enfermedad, todos conectados con la evocación de sus propios sueños por escrito. Los vehículos y paisajes que aparecen en sus sueños se convierten en una metáfora de la vida misma, donde los personajes no saben hacia dónde se dirigen ni cómo llegarán a su destino.

Este enfoque, donde los sueños y la escritura son paralelos, se convierte en una forma de procesar la realidad y darle orden y significado, sin caer en la autoficción.

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El libro es un reflejo de un momento vital en la vida de la autora, marcado por su regreso a la ciudad después de quince años en el campo, un divorcio, la exploración de una nueva relación y la presencia constante de su madre con Alzheimer.

Es un paisaje después de la destrucción, un océano de incertidumbre y posibilidades, y esto se refleja en la narrativa de Gurt de una manera que resuena en cualquier lector que haya enfrentado momentos de cambio y reinvención en su vida.

En sus palabras, “destruir es una forma de crear”. El autor nos desafía a aceptar la incertidumbre y verla como una oportunidad de crecimiento y transformación. La incertidumbre, que a menudo sigue a una catástrofe, es a la vez aterradora y llena de posibilidades, y esta dualidad está en el centro de la experiencia humana.

La narrativa de Gurt en biografía de fuego Se caracteriza por su lenguaje vivaz, ironía trágica y toques confesionales. Las historias varían en tono, algunas son más frías y distantes, mientras que otras están llenas de emoción y pasión. Esta diversidad tonal hace del libro una experiencia rica y matizada que refleja la complejidad de la vida misma.

La escritora catalana Carlota Gurt.  (La vanguardia).La escritora catalana Carlota Gurt. (La vanguardia).

En su afán por explorar las relaciones humanas, Gurt critica la idea estereotipada de lo que son hombres y mujeres, argumentando que estos estereotipos han sido construidos en gran medida por los hombres y que las mujeres, a la hora de escribir, no se ajustan a estos moldes preestablecidos. Esta crítica se refleja en sus historias, que presentan personajes que desafían las expectativas de género y exploran la diversidad de la experiencia humana.

El tema del amor es central en muchas de las historias de Gurt y ella lo aborda de una manera que desafía la noción de que enamorarse es frágil. Para Gurt el enamoramiento es una fuerza abrumadora que nos arrastra y nos lleva a un estado de embriaguez total. Nos invita a mirar más allá de las leyendas y mitos sobre el amor y reconocer su importancia en nuestras vidas.

Sobre la autora: Carlota Gurt

Carlota Gurt, autora de "Biografía del Fuego".  (Libros de asteroides).Carlota Gurt, autora de “Biografía del Fuego”. (Libros de asteroides).

♦ Nació en Barcelona, ​​en 1976.

♦ Es escritora y traductora.

♦ Entre 1998 y 2010 trabajó como directora de producción en el mundo de las artes escénicas y desde hace diez años se dedica a la traducción.

♦ Es autora de la novela Sola (Libros del Asteroide, 2021) y de los volúmenes de cuentos Riding All Night (2019, Premio Mercè Rodoreda) y Biografía del fuego (Libros del Asteroide, 2023).

Así comienza “Biografía del Fuego”

dinosaurios

Se conocen desde hace poco tiempo –semanas, unos meses–, pero han alquilado un coche y dicen que se van a la costa. Parece fácil. Carretera, la pausa en los peajes anaranjados—el tiempo justo para meter la lengua entre los labios del otro y empezar de nuevo—carreteras, la llanura de un verde deslumbrante, el azul escaso y lastimero que se vislumbrará entre los grises de la nube dechado. Es invierno y la luz es más blanca.

Al final del recorrido, una casa o un cortijo, quizás un ático reformado, las paredes serán de piedra, eso seguro, y en su interior te esperará una chimenea negruzca con ganas de quemar las naves. Ella, que es química, sabe que la acumulación excesiva de hollín puede provocar un incendio.

Pero todavía se encuentran en un túnel, el más largo de la circunvalación. Hay tráfico. Es el último día del año y todos, liberados durante tres o cuatro días del yugo del trabajo, se apresuran a huir de la ciudad, del mismo modo que los perros se desahogan corriendo por el prado durante los diez minutos que pasa su amo. a ellos. dar rienda suelta.

El cortejo de vehículos se detiene en seco. Al fondo suena una sirena azul que tiñe las sucias paredes del túnel. Un accidente, una avería, un pelotón de policías trastornados bloqueando las salidas de la ciudad. Cuernos e impaciencia.

Y un petirrojo se sienta sobre el capó. Los mira con ojos brillantes a través del parabrisas, haciendo micromovimientos con la cabeza, girándola levemente, como nosotros frente a un cuadro que no sabemos descifrar. No debería pesar ni veinte gramos. Medio croissant. O menos. Un halcón se lo comería de un bocado. Quizás se haya adentrado en el túnel huyendo de un halcón. O tal vez sea un petirrojo intrépido que ya está harto del tedio de la vida salvaje. Salta hacia el cristal para verlos mejor. Quizás yo también sea miope.

Los dos ejemplares de la ciudad lo miran maravillados. Al ser humano le preocupa cómo se mueven los pájaros, a tirones, sin fluidez, como si les faltaran fotogramas. O como si les sobrara. Pero los dos, ebrios del soufflé del amor, interpretan la visita del animal como un buen augurio para el año que comenzarán mañana y para la historia que acaba de empezar. Ella le pone la mano en la rodilla:

—¿Abrimos la ventana a ver si cabe?

-¿Cómo quieres eso…? —Pero ella aprieta el botón.

Bzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz.

El petirrojo emprende el vuelo.

-¡Oh! —exclaman al unísono.

Lo siguen con la mirada, él va derecho hacia la pared; Justo antes de estrellarse, se da vuelta y se dirige hacia el opuesto. Pádel aviar. Los extractores tubulares del techo rugen, las lamas giran y giran. Turbinas que aspiran aire viciado del túnel; el aire y todo lo que se les ponga delante. Ay, si el petirrojo… Chac-chac-chac, albóndigas de pájaro miope. Y si no son las turbinas, el dióxido de nitrógeno lo matará.

“Pobrecito, no sabe cómo salir de aquí”, dice.

—Si has sabido entrar, sabrás salir.

—Mmm… no lo sé, cuando era pequeña me perdí en el Museo de Ciencias y no hubiera encontrado la salida ni aunque me hubiera pasado la vida en ello.

“Ajá”, dice mientras continúa acariciando en círculos su rodilla, una bola de adivinación hecha de carne en lugar de vidrio; La cola no avanza. ¿Y por qué te perdiste?

—Fuimos a una exposición. Dinosaurios. Por supuesto, me quedé asombrado: fémures de dos metros, mandíbulas de Rex y mis padres ya tenían suficiente con controlar a los gemelos.

—¿Son más pequeños que tú?

—Sí, y fueron tremendos. Cuando me di cuenta de que no podía ver a mis padres, me quedé clavado en donde ella estaba. Mi madre siempre me decía: “Si un día te pierdes, quédate donde estás”. Como si supiera que me perdería. Pensé que tal vez era una de las pruebas. Cuando era pequeña creía que el mundo era una pantomima que habían montado sólo para mí, para ponerme a prueba, ¿sabes?, que un ser superior me estaba observando y que si hacía todo bien me dejarían salir del camino. pantalla.

—Delirios narcisistas desde la infancia. “Interesante”, dice en tono diagnóstico, simulando tomar notas en la palma de su mano con un bolígrafo invisible. Le planta un fuerte beso, muac. “Tengo que decirte algo”, añade muy en serio.

Se pone tenso:

-¿Eso? Dime.

—Yo también soy una prueba. Dios me envió a ver qué pasa si me haces el amor todo el tiempo.

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Source: pagasa.edu.vn

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