“Las palabras son dibujos en la página”: María José Navia sobre su libro de cuentos “Todo lo que aprendimos del cine” La escritora chilena conversó con Infobae Leamos, en un evento oficial en el marco de la Feria del Libro de Bucaramanga 2023, y habló sobre su proceso creativo y los temas detrás de estas historias que le permitieron ser finalista en 2022 del Premio Internacional Ribera del Duero.

La escritora chilena María José Navia conversó con Infobae Leamos, en el marco de la Feria del Libro de Bucaramanga.  (En la imagen, el periodista colombiano Santiago Díaz Benavides con el autor. Cortesía: Ulibro).La escritora chilena María José Navia conversó con Infobae Leamos, en el marco de la Feria del Libro de Bucaramanga. (En la imagen, el periodista colombiano Santiago Díaz Benavides con el autor. Cortesía: Ulibro).

Con su título más reciente, la escritora chilena María José Navia En 2022 logró ser finalista de uno de los premios más prestigiosos en lengua española para cuentistas, el Premio Internacional Ribera del Duero.

Todo lo que aprendimos del cine., publicado por la editorial Páginas de Espuma, catapultó su nombre a lo más alto. Es bastante conocida en diferentes países latinoamericanos por trabajos anteriores como Kintsugi cualquiera Una música del futuroCon este nuevo libro de cuentos ha despertado la atención de lectores en casi toda Latinoamérica.

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Son diez historias las que componen las páginas de Todo lo que aprendimos del cine.. Historias en las que Navia nos lleva a explorar los rincones más íntimos de las relaciones humanas, especialmente las que se tejen entre madres e hijas, al tiempo que dotan a cada pasaje de sinceras e íntimas referencias al mágico mundo de la cinematografía.

El libro, escrito durante los meses de confinamiento por la pandemia de Covid-19, revela la preocupación de Navia por el destino de las salas de cine y su deseo de preservar la experiencia cinematográfica. A pesar de su título, el enfoque de las películas es indirecto pero significativo, como los destellos de una linterna que iluminan las páginas.

Como telón de fondo, el cine se convierte en un compañero silencioso, una fuente de referencias y símiles que nos recuerdan la profunda influencia que las películas tienen en nuestras vidas. En estos cuentos, la autora chilena demuestra su capacidad en el género para explorar las capas más turbulentas de la experiencia humana.

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Temas como la maternidad, la pérdida, la infancia y la soledad, la escritura misma, la visión, la vida de las mujeres, su esclavitud al mandato de la belleza y las presiones sociales que las asfixian, transcurren en estas páginas. Los personajes, cada uno a su manera, miran la vida queriendo aprender a perdonar, soltar y construir un presente que no se deslige del todo del pasado.

Este libro se compone de lo que la propia autora ha denominado “casi cuentos”, relatos que exploran atmósferas y situaciones insólitas, donde los espacios y las casas juegan un papel importante. Navia admite su obsesión por los espacios cerrados y busca desafiar las categorías tradicionales para explorar conexiones que no encajan en las convenciones habituales de la escritura de cuentos.

Portada del libro "Todo lo que aprendimos del cine", de María José Navia, título finalista del Premio Internacional Ribera del Duero 2022.  (Páginas de Espuma).Portada del libro “Todo lo que aprendimos del cine”, de María José Navia, título finalista del Premio Internacional Ribera del Duero 2022. (Páginas de Espuma).[”Todo lo que aprendimos de las películas” puede comprarse en formato digital en Bajalibros clickeando acá]

Para la autora, el cine es a la vez fuente de inspiración y parte fundamental de su vida. No sería quien es hoy sin las películas que ha visto, señala, y cree que el cine y la literatura son dos formas diferentes, pero igualmente valiosas, de contar historias y explorar la condición humana.

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Con sensatez, María José Navia nos recuerda que el cine es más que entretenimiento; Es una manera de ver el mundo, de vernos a nosotros mismos en el mundo. Todo lo que aprendimos del cine. Es, en definitiva, una celebración de lo que somos a través del séptimo arte, pese a que a veces no seamos dignos de celebración alguna, y la confirmación de la premisa innegable de que el cine siempre es mejor que la vida.

— Este libro surgió durante la pandemia y en las historias que lo componen es posible encontrar algunos elementos de carácter distópico o futurista. ¿Cómo y en qué medida influyó la atmósfera global de aquella época en su proceso creativo?

—Es extraño porque mi libro anterior, Una música del futuro, tiene más cosas distópicas y fue escrito antes de la pandemia. Fue publicado en 2020 y la gente decía que era muy exacto para ese momento, pero la verdad es que ya lo tenía antes. Lo había escrito en 2019. Y en este nuevo libro, aunque estaba decidido a no escribir nada que evocara la pandemia, es cierto que hay algunos guiños a, como usted dice, la atmósfera global del momento.

Cuando presenté el manuscrito a concurso, con siete cuentos originalmente, ninguno hacía referencia a la pandemia, el más directo, quizás, sea “Gretel”, que incluí después. Era la pieza que faltaba en el libro, ese perfume de distopía, esa posibilidad de coquetear con ella, sin que el libro se volviera completamente distópico. Aquí hay historias familiares y de fondo el agua se acaba, el pescado ya no se puede comer… hay ruiditos en el ambiente. No quería que la pandemia estuviera presente en estas historias, pero cuando lo terminé y comencé a reseñarlo pensé: “Este es, obviamente, un libro sobre la pandemia”. Es un libro sobre personas encerradas en su casa. Son historias donde cobra mucho protagonismo el espacio que se habita, y es el resultado de lo que ha conseguido una escritora encerrada en su casa, viendo películas como loca.

– En Todo lo que aprendimos del cine. Exploras diferentes escenarios en la vida de las mujeres: la esclavitud al mandato de la belleza, las presiones sociales que las asfixian… ¿Qué te motivó a abordar estos temas aquí?

— Hay una constante en mi trabajo, si hago el ejercicio de mirar atrás, y es que las historias que me interesa contar son las de mujeres. En mis libros, generalmente, los personajes principales son mujeres, ellas son las narradoras. Es algo que pasa, pero es cierto que con cada libro me atrevo a hacer una pirueta diferente para que no sea igual. Entonces, una cosa que quería lograr aquí era que el cuerpo estuviera muy presente. En mis libros anteriores, mi exploración del mundo de las mujeres estaba más en sus cabezas y en lo que sentían. Aquí quería que el cuerpo importara, porque esas cabezas que tanto piensan están en cuerpos que sangran, cuerpos que duelen, que están enfermos, que están incómodos, que desean, que sienten placer. Quería que esos cuerpos estuvieran ahí, y también quería que mis personajes pudieran crecer, que estas mujeres pasaran de la niñez a la adolescencia, y luego a la edad adulta. Quería verlos queriendo concebir y que sus cuerpos no funcionaran para ellos; Quería verlas cuando les dio una enfermedad que les alteró la vista… Mi idea era acercarme a los personajes femeninos, pero a partir de esas cosas que no se cuentan, las historias de esas mujeres que experimentan abortos espontáneos, que pierden hijos. . Quería adentrarme en esas cosas que también veía a mi alrededor y que no encontraba contadas en la literatura.

La escritora chilena María José Navia durante su participación en la Feria del Libro de Bucaramanga 2023. (Cortesía: Ulibro).La escritora chilena María José Navia durante su participación en la Feria del Libro de Bucaramanga 2023. (Cortesía: Ulibro).

— Aunque las historias se caracterizan por presentar diferentes situaciones y protagonistas, aquí, como ya habías hecho en algunos de tus libros anteriores, hay personajes que se repiten, creando conexiones entre las historias. ¿Hasta qué punto el cuento puede alimentarse de las estructuras de otros géneros y, aun así, seguir calificándose como tal?

— La historia es lo mejor que me ha pasado. Es un género que puede absorberlo todo. En “Mal de ojo”, hay partes que son casi poemas. Creo que estos textos se pueden moldear y romper. Es un género muy flexible que logra dar la ilusión de casi una novela, pero sin ser como es.

—¿Cuál es el impacto, a nivel estético, que permiten estas conexiones en los textos?

— Cuando uno escribe está ante un espacio de total libertad. Literalmente puedo hacer lo que quiera. Esa es la parte más feliz de escribir. Pero cuando compongo el texto, empiezan a surgir restricciones. No puedo hacer un personaje del que digo que en el 2000 tenía 10 años, de repente, en el 2005, tiene 43. Hay una estructura que atender, pero esas limitaciones también me gustan. Me hace sentir bien pensar que me he puesto las reglas del juego y voy a jugar dentro de ellas. Siento que escribir es como dibujar. Las palabras son imágenes en la página. De hecho, las primeras historias que escribimos las hacemos a través del dibujo, por eso me gusta tanto jugar con la página. Todo es posible, en última instancia.

—Cada texto lo sugiere de alguna manera, pero ¿cuáles son las películas de las que tanto hemos aprendido?

—Aprendemos mucho de las películas y de los escritores, creo que un poco más. Son otras formas de construir ficción, y me gusta pensar que estamos todo el tiempo pensando en aprender cosas nuevas. Cuando escribo siempre intento estar leyendo, descifrando cómo se hace la pirueta. Y en el caso del cine, creo que es una especie de educación sentimental. Uno ve primero un beso en la pantalla, antes de tener la experiencia de lo que es darlo, y eso es peligroso, por cierto, ya que te lleva a idealizar cosas que no corresponden. Por eso las películas también han evolucionado con el tiempo y el tipo de historias que cuentan hoy no son las mismas que hace 50 o 60 años. El mundo está cambiando y con él, el enfoque cinematográfico.

Mi película favorita es ‘Perdidos en la traducción’, de Sofia Coppola, y cada vez que la veo entiendo que esa película me enseñó a mirar y prestar atención a esos vínculos sutiles pero importantes, a entender que no es porque algo no haya durado. , no duró. Fue significativo. Se trata de salir del concepto de “vivieron felices para siempre”, que es muy de cuento de hadas, y aceptar que se puede vivir feliz sólo hoy, ahora, y eso también importa, y es lindo, y eso tiene un lugar. en la vida. literatura.

Entonces siento que las películas me han enseñado a mirar y prestar atención al mundo que me rodea. Creo que las películas que nos marcan, los libros que nos marcan, nuestras canciones favoritas, todo forma parte de nuestra biografía, estamos atravesados ​​por todas esas referencias. Por eso cuando alguien me pregunta si mis historias son autobiográficas respondo que sí. No porque exactamente todas esas cosas me hayan pasado a mí, sino porque surgen de mi imaginación y de todas estas cosas que han sido importantes para mí y que me convierten en el escritor que soy hoy.

Mira y escucha la conversación completa, vía Ulibro, en el siguiente vídeo:

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Source: pagasa.edu.vn

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