“La Conejera”: el fenómeno literario de Tess Gunty que sacude a los lectores en Estados Unidos

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Hace sesenta años, South Bend, Indiana, ofrecía una visión del futuro del corazón industrial de Estados Unidos. El cierre de la planta de automóviles Studebaker en 1963 presagió el declive de la industria manufacturera y el impacto en las ciudades del Medio Oeste, dejando a 7.000 personas desempleadas en una ciudad de 130.000 habitantes.

Años más tarde, una joven nacida allí decide escribir una novela inspirada en el legado del recordado abandono. El resultado es uno de los debuts literarios más deslumbrantes de los últimos años en Estados Unidos, una novela coral que ha conseguido sorprender a público y crítica y le ha valido el Premio Nacional del Libro.

A los 30 años, Tess Gunty ha conseguido llamar la atención de la prensa literaria sobre su novela la conejera, publicada en español por la editorial Sexto Piso, una cautivadora historia de amor y desamor protagonizada por Blandine Watkins, una joven de 18 años que comparte su vida con tres compañeros, todos huérfanos y criados en casas de acogida. La lucha por el afecto de Blandine se convierte en el eje central de la trama en un bloque de apartamentos repleto de peculiares vecinos, cuyas vidas están marcadas por la soledad y el aislamiento.

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El personaje de Blandine Watkins es lo que ha permitido a Gunty conseguir la admiración de sus lectores. Esta joven de belleza etérea, cuya constante búsqueda de sentido a su vida, se ha convertido en parte de la vida de quienes han podido leer la novela. Para algunos críticos, será uno de esos personajes que quedan en la memoria colectiva, uno de los que, con el paso de los años, inmortalizan a quienes ella ha creado para ellos. Tess Gunty retrata hábilmente la complejidad de Blandine y sus compañeros de cuarto, imbuyéndolos de un realismo hilarante que, en última instancia, los hace entrañables.

Más que una historia de amor

la conejera Es un retrato alocado, hermoso y mordaz de Estados Unidos en su forma más contemporánea. La novela aborda temas como la soledad, el anhelo y la libertad, arrojando luz sobre las complejidades de la vida en una sociedad que a menudo deja a sus ciudadanos atrapados en la indiferencia y el vacío existencial.

Para Tess Gunty, ganar el Premio Nacional del Libro a una edad tan temprana es un logro que sólo unos pocos escritores pueden lograr en una carrera y con muchos libros. Lo ha conseguido con el primero, que la sitúa en lo más alto del panorama contemporáneo y la sitúa a la par de figuras icónicas de la narrativa americana.

El escritor que deslumbra a la crítica en Estados Unidos.  (Lauren Alexander/El librero).El escritor que deslumbra a la crítica en Estados Unidos. (Lauren Alexander/El librero).

un futuro brillante

El éxito de la novela ha sido tal que, nada más terminar de traducirse a todos los idiomas de destino, ya está en marcha una adaptación cinematográfica que promete acercar la historia a un público más amplio. A decir verdad, el reconocimiento que ha recibido la conejera No es de extrañar si se tiene en cuenta la calidad literaria y la profundidad temática que presenta. Respetados críticos y autores han elogiado unánimemente este trabajo. Jonathan Safran Foer la describe como “una obra de arte profundamente sabia, extremadamente imaginativa e inmensamente conmovedora”, mientras que Rivka Galchen la llama “filosófica y terrenal, tierna y muy divertida”.

La capacidad de Tess Gunty para explorar la soledad, el potencial desperdiciado y la explotación, temas tan esencialmente estadounidenses, ha resonado profundamente entre lectores y críticos por igual. Lo que ha conseguido aquí se podría calificar, sin miedo a decirlo, de su obra maestra, y todavía no sabemos lo que vendrá después de ella.

la conejera Es una novela importante en la literatura estadounidense contemporánea, un retrato conmovedor de una ciudad moribunda y un sistema en crisis. Y Tess Gunty es definitivamente una escritora a la que hay que prestar atención de ahora en adelante.

“La Conejera”, fragmento

Una noche calurosa en el apartamento C4, Blandine Watkins abandona su cuerpo. Sólo tiene dieciocho años, pero ha pasado casi toda su vida deseando que eso sucediera. La agonía es dulce, como prometieron los místicos. Es como si la luz te apuñalara el alma, decían, y en eso también tenían razón. Llamaron a esta experiencia la Transverberación del Corazón, o el Asalto de los Serafines, pero ningún ángel se le aparece a Blandine. Sin embargo, hay un cincuentón bioluminiscente que brilla como una luciérnaga. Él corre hacia ella y grita.

Cuchillo, algodón, pezuña, lejía, dolor, pelo, alegría…, mientras Blandine sale de su cuerpo, es todo esto. Son todos los inquilinos de su bloque de apartamentos. Ella es basura y querubín, una cangrejera en el fondo del mar, el mono naranja de su padre, el cepillo que su madre le pasa por el pelo. La primera y última fábrica de Zorn Automobile en Vacca Vale, Indiana. Un núcleo dentro del hombre que le robó el cuerpo cuando tenía catorce años, gafas rojas en el rostro de su bibliotecaria favorita, un rábano arrancado de un lecho de tierra. No es nadie. Se trata de Katy, la perra de agua portuguesa que le lamía la cara cada vez que la familia de acogida los desterraba a ambos a la nieve porque estorbaban. Un algoritmo para la difusión de contenidos y un granizado azul de gasolinera. El primer par de zapatos de claqué en los pies de una niña actriz y el hombre que le dice que se esfuerce más. Es el celular que usan para filmarla mientras sangra en el piso de su departamento, y es el esmalte de uñas desconchado de la adolescente que ensambló la decimonovena pieza de ese teléfono en una fábrica con piso verde en Shenzhen, China. Un satélite americano, una mala palabra, el anillo en el dedo del director de teatro de su instituto. Es cada conejo que pasta en la hierba de su ciudad supuestamente moribunda. Diez minutos del placer que despertó entre las personas que la concibieron, la última pastilla de oxicodona en la lengua de su madre, el mazo que condenará a prisión a los chicos por lo que ahora mismo le están haciendo a Blandine. Realmente no existe un ahora. Ella no es una joven más herida en el suelo, un cuerpo al que los hombres apuñalan para sacarle recursos…, no. Ella está prestando atención. Ella es la que ríe la última.

Esa calurosa noche en el apartamento C4, cuando Blandine Watkins abandona su cuerpo, no es todo. No exactamente. Es lo opuesto a nada.

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Source: pagasa.edu.vn

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