Vals, dinero, patria y amor en “La viuda alegre” de Franz Lehár en el Teatro Colón

Vals, dinero, patria y amor en “La viuda alegre” de Franz Lehár en el Teatro Colón

La aparición del vals se asocia al surgimiento de la burguesía como clase social (Máximo Parpagnoli)La aparición del vals se asocia al surgimiento de la burguesía como clase social (Máximo Parpagnoli)

“El vals es una provocación en un mundo arcaico a punto de colapsar…”

La identificación de determinados ritmos o géneros musicales como encarnaciones emblemáticas de determinadas épocas permite identificar al vals como una de las expresiones más representativas del romanticismo, aun cuando sus orígenes puedan rastrearse mucho antes o reconocerse en él una serie de mutaciones importantes. género a lo largo de todo el período. el “largo siglo XIX”. En efecto, y más allá de haber mantenido las características intrínsecas de este ritmo (un baile de tres tiempos), no hay duda de que los valses cultivados por Chopin y concebidas para ser representadas primero en salones íntimos y luego en salas de conciertos, eran diferentes de las creadas por los Strauss para los grandes salones de baile, o de las que impregnaban inequívocamente sus propias operetas. Johann Strauss y de Franz Lehár (1870-1948).

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Pero más allá de las mutaciones que experimentó a lo largo del tiempo, los historiadores de la música coinciden en ubicar el vals como una expresión bien representativa del romanticismo, así como “producto de una vacilación tanto técnica como social y como una de las formas de danza más logradas”. .” Y más aún: “Su aparición en la segunda mitad del siglo XVIII, estrechamente ligada a las convulsiones de la Europa política y cultural, corresponde a una transformación de los valores y a una revalorización de la libertad de movimiento y de pensamiento. Cierta sociedad se reconoce en el vals; “Se trata de una danza asociada a la aparición de la burguesía como clase social”. (Remi Hess. Los Vals. Un romanticismo revolucionario).

"La viuda alegre" es la obra más difundida de Lehár“La viuda alegre” es la más difundida de las óperas de Lehár (Máximo Parpagnoli)

No sólo se baila el vals La viuda alegre

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La más difundida de las operetas de Lehár, estrenada a principios del siglo XX en 1905 y que actualmente se exhibe en el Teatro Colón, constituye un buen ejemplo para visualizar tanto aquellos componentes que el vals supone como ritmo arquetípico, como también otros aspectos de esa época tan particular. limitado entre 1870 y el comienzo de la Primera Guerra Mundial. En efecto: “a lo largo del siglo XIX, el vals ocupó todo el espacio social, estuvo en el centro de la danza pública y participó en la construcción de las naciones europeas. “Existe un estrecho vínculo entre el vals y la política”. (Ídem).

Así como el melodrama o la gran ópera funcionaron como expresiones musicales por excelencia de Italia y Francia durante gran parte del siglo XIX, la opereta como variante del teatro musical –de la mano del inevitable vals– pronto se convertiría en la expresión más popular. donde quedaría plenamente identificado el imperio austrohúngaro de aquella época y, en particular, su capital, Viena. La misma Viena creativa y contradictoria que, pocos años después del brillante éxito de Lehár, lloraría en 1911 Gustav Mahler -expresión de la música como lenguaje universal- y que acogería, no sin polémica, las primeras obras de Arnold Shönberg, fundador del revolucionario método atonal.

Ensayo de la ópera “La Viuda Alegre” en el Teatro Colón

Pero junto al carácter emblemático del vals y la opereta, también como género representativo de un tiempo y un espacio concretos, existe en La viuda alegre otros componentes que innegablemente revelan aspectos cruciales de esta transición entre dos siglos. Y mucho más que eso: de ese clima que se estaba gestando y que culminaría en la tragedia en la que quedaría sumida toda Europa durante varios años. De esta pieza emergen rasgos que revelan la particular etapa que atravesaba el régimen capitalista –con una burguesía cada vez más consolidada y segura de sí misma– y, también, síntomas de la fragua de un inocultable espíritu nacionalista.

En medio de los enredos de una nobleza en franca decadencia, en su trama simple y superficial, la opereta de Lehár revela el lugar y las diferentes formas en que el dinero había llegado a ocupar la vida social de aquellas clases altas diseñadas para mover los hilos que dar forma al guión. Un argumento que se desarrolla a partir de la preocupación de que los millones que acaba de heredar la viuda protagonista no pasen a manos de un extranjero con el que podría casarse y, de esta forma, llevar a la ruina al pequeño y ficticio país. en cuya delegación diplomática parisina el compositor sitúa la acción.

Vals, dinero, patria y amor en “La viuda alegre” de Franz Lehár en el Teatro Colón (Foto: Máximo Parpagnoli)Vals, dinero, patria y amor en “La viuda alegre” de Franz Lehár en el Teatro Colón (Foto: Máximo Parpagnoli)

Sin dejar de exhibir en escena la tensión entre la obsesión por el dinero y la búsqueda deliberada de diversión sin preocupaciones, el director de la actual producción del Teatro Colón, Damiano Michieletto, sitúa la acción del primer acto en la sede de un banco. ¿Se ha dado cuenta el director de que en esos mismos años en los que un siglo daba paso a la llegada de otro, el sociólogo Jorge Simmel publicó su La filosofía del dinero. donde afirmó: “Tal es el significado filosófico del dinero: en el mundo práctico constituye lo más decisivo y visible, la realidad más evidente de las formas del ser en general, a través de las cuales las cosas encuentran su significado entre sí, y donde ¿La reciprocidad de las relaciones en las que participan encuentran su ser y su apariencia”?

Pero hay más: aquel vals del siglo XIX –casi todo menos, en particular, la sección indicada por Eric Hobsbawn como “la era del imperio”, no en vano continuación de “la era del capital”, fue también la del surgimiento y consolidación de los nacionalismos. Resumido en la expresión “banderas al viento”, el historiador inglés es categórico: “…en el período 1880-1914, el nacionalismo dio un extraordinario salto adelante, transformando su contenido ideológico y político” (La era del imperio). Si en sus tesis sobre el “largo siglo XIX” fecha su fin no en 1900 sino en 1914, es porque la Gran Guerra trajo, entre otras novedades, un conflicto con evidentes componentes nacionales.

(Máximo Parpagnoli)(Máximo Parpagnoli)

Incluso en la divertida e ingeniosa superficialidad de La viuda alegre –que, como afirma Michieletto, “debe entretener”-, es inevitable no sacar conclusiones sobre la manera en que país y dinero se entrelazan con el ritmo incontenible del vals, mientras el mundo, como el “Titanic unos años después” , “navega”, sin ceremonias e inconscientemente, hacia una tragedia de proporciones impensables.

Por suerte, cuando salgamos de aquella y también de todas las que la han precedido y sucedido, hay algo que queda siempre: la música. Como el de Lehár y su alegre viuda.

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Source: pagasa.edu.vn

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