Todo lo sólido se desvanece en la incertidumbre. Un nuevo escenario se perfila en Argentina. Un sistema político sin hegemonías establecidas, con pluralidad de realidades provinciales, y electores más autónomos a los que habrá que persuadir constantemente más allá de los turnos electorales.

Todo lo sólido se desvanece en la incertidumbre.  Un nuevo escenario se perfila en Argentina.  Un sistema político sin hegemonías establecidas, con pluralidad de realidades provinciales, y electores más autónomos a los que habrá que persuadir constantemente más allá de los turnos electorales.

Patricia Bullrich en la presentación de su libroPatricia Bullrich en la presentación de su libro

Argentina se ha convertido hoy en un gran y caótico laboratorio político y económico en el que el liderazgo político pone a prueba diversas experimentos con el objetivo de romper el relativo”paridad” que surgió tras las PASO de agosto pasado, sin -al menos por ahora- asumir la transformaciones profundas que parecen haber operado tanto a nivel del sistema político como de las actitudes del electorado.

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La incertidumbre, no sólo en los liderazgos políticos sino también en los actores del mundo empresarial y de los mercados, es total. La percepción es que estamos ante un verdadero cambio de época, un fin de ciclo. Sin embargo, el resultado aún es incierto: todavía estamos en una época de transición en la que, como señaló Gramsci, “lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer”.

Esta confusión explica, en gran medida, que los principales candidatos -y otros actores- Continuar pensando y actuando según la lógica del “viejo” escenario.incluso a costa de profundizar la incertidumbre actual y la futura gobernabilidad del próximo gobierno.

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El “fenómeno Milei” es, obviamente, la manifestación más visible de esta transformación profunda y aún incierta. Sin embargo, si se analizan algunos fenómenos subyacentes, se percibe que, independientemente del destino político del candidato libertario, las transformaciones en curso parecen perforar los cimientos mismos del sistema político, poniendo en duda algunos supuestos que alguna vez fueron considerados axiomas. incuestionable.

La fragmentación parece haber llegado para quedarse, lo que plantea serios interrogantes en relación con el comportamiento de los actores de un sistema político acostumbrado a una dinámica gobierno-oposición estructurada en torno a una lógica bipartidista o bicoalicional. En este contexto, el proceso en curso anticipa un futuro político cercano y sin hegemonías, que en un escenario de creciente heterogeneidad seguramente desafiará a los nuevos liderazgos emergentes y pondrá a prueba su capacidad para adaptar sus comportamientos al nuevo escenario.

Javier MileiJavier Milei

La transversalidad sociodemográfica del voto a Javier Milei es, con diferencia, la evidencia más concreta de la profundidad de estas transformaciones. La victoria del libertario en 16 provincias del país, muchas de ellas consideradas bastiones inexpugnables del peronismo, y su llegada a los sectores más vulnerables de la población, no debe reducirse a la explicación simplista de considerarla como una reacción visceral de ira. .

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En este sentido, hay una variable que cobra mucha importancia y preocupa a muchos líderes acostumbrados al status quo: la creciente autonomía de los votantes. Una tendencia que podría explicar, por ejemplo, cómo un radical como Maximiliano Pullaro Gana la gobernación de Santa Fe por un margen muy amplio -obteniendo incluso una mayoría legislativa inédita- frente al peronismo, apenas 30 días después de que Milei obtuviera uno de sus resultados más sorprendentes en la provincia de La Bota. Un fenómeno que, por cierto, fue bastante generalizado y no se circunscribe al contexto santafesino.

Así, parece que el proceso de provincialización de los partidos nacionales, que desde hacía varios años ya había alcanzado un radicalismo que, a pesar de gobernar en varias provincias, no logró construir liderazgos nacionales, hoy también alcanzó al peronismo que, ante la larga agonía del ciclo inaugurado por el kirchnerismo en 2003. ha profundizado la lógica independentista de muchos de sus líderes provinciales, retirándose a sus bastiones locales a la espera de una reconfiguración del liderazgo nacional. Proceso que podría profundizarse ante una potencial victoria de Milei.

La nueva configuración del sistema político también afectará a Juntos por el Cambio, sobre todo si no llega a la segunda vuelta. Con las heridas del feroz conflicto interno por la sucesión de Macri aún sin cerrar, una El magro desempeño de Bullrich y, más aún, un eventual triunfo libertario aceleraría la ruptura y provocaría el realineamiento de algunos sectores del PRO con La Libertad Avanza.

En resumen, lo que las tendencias -todavía provisionales- parecen indicar es que avanzamos hacia un sistema político y un electorado más diversos, fragmentados y heterogéneos. Un sistema político sin hegemonías establecidas, con pluralidad de realidades políticas provinciales, y electores más autónomos a los que habrá que persuadir constantemente más allá de los turnos electorales. Un escenario que inevitablemente exigirá nuevos atributos de liderazgo tanto en el oficialismo como en la oposición, ya que será ineludible la necesidad de construir consensos entre actores que piensan muy diferente, lo que implica abrazar una conducta muy ajena a la cultura política argentina: la voluntad de ceder.

Es aquí donde surgen muchas preguntas sobre el futuro, preocupaciones que se magnifican por la magnitud de los desafíos económicos que enfrentará el nuevo gobierno que asumirá el 10 de diciembre. En concreto, ¿tendrá el nuevo presidente la templanza y la voluntad de dialogar necesarias? Y, de la misma manera, ¿tendrá la oposición voluntad de sumarse a iniciativas de diálogo y acuerdo? Una tarea tan necesaria como difícil en un escenario donde las decisiones soberanas del electorado parecen disociadas de la naturaleza de estos desafíos venideros.

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Source: pagasa.edu.vn

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