La vida de Ramón Valdés, el actor de Don Ramón: del odio de Florinda Meza al amor truncado de un compañero del Chavo del 8

Chespirito no le creó el papel que debía desempeñar: sólo le pidió que fuera él mismo. Y así se ganó el cariño incondicional de varias generaciones, a lo largo de toda Latinoamérica. A 100 años de su nacimiento, el recuerdo de quien tanto nos hace reír, aún hoy

Las dos caras de una misma moneda: Ramón Valdés como Don Ramón (Foto: Twitter/@raulbrindis)Las dos caras de una misma moneda: Ramón Valdés como Don Ramón (Foto: Twitter/@raulbrindis)

señor ramón no habría existido sin Ramón Valdés. Y viceversa. La máxima podría sostenerse en el lugar común: aquel entrañable personaje habría sido muy diferente sin la impronta particular del actor, cuya vida personal -al mismo tiempo- no habría estado atravesada por la fama, el éxito y la popularidad que alcanzó por aquel entonces. role. en El Chavo del 8. Pero no. La explicación es mucho más sencilla: ambos, persona y personaje, son iguales, casi creados a imagen y semejanza. No es casualidad que compartieran nombre, apodo, origen y vestimenta; Nadie podía siquiera adivinar quién nació primero.

En rigor, el actor Ramón Antonio Esteban Gómez Valdés y Castillo -tal su nombre completo, como él mismo lo anunciaría en un sketch del Chapulín Colorado- apareció al mundo en la Ciudad de México el 2 de septiembre de 1923, aunque creció en Ciudad Juárez como parte de una familia tan numerosa en miembros como en carencias. . Por otro lado, Don Ramón recién se daría a conocer en 1971 -en el episodio El Ropavejero de El Chavo del 8- como un hombre cascarrabias y gruñón recién llegado al hermoso barrio proveniente del estado de Chihuahua, cuya ciudad más poblada es Ciudad Juárez; El primer guiño entre ellos.

Llegados a este punto, la crónica requiere una mención expresa, para distinguir a quién corresponde cada hecho, característica o particularidad: Don Ramón o Ramón Valdés. Y así distinguirlos, como si fuera posible.

Los dos tenían ocupaciones diferentes. A pesar de su poco interés por el trabajo, el padre de la Chilindrina desarrolló múltiples oficios: fue plomero, zapatero, peluquero, vendedor de ropa de segunda mano (de ahí el nombre del capítulo que significó su debut en el programa), jardinero, carpintero y mucho más. . Por su parte, este padre de 10 hijos -de dos matrimonios diferentes- y abuelo de 17 nietos también fabricaba muebles de madera, además de haber sido conductor y comerciante, por mencionar sólo algunas de las ocupaciones que desarrolló.

La inestabilidad laboral significó que a ambos les resultara difícil llegar a fin de mes. Así como Don Ramón le debía el alquiler al Señor Barriga, Valdés solía pedir dinero prestado a su famoso hermano Germán Tin Tan Valdés para saldar sus deudas, mientras buscaba triunfar como artista. Para él, todo cambiaría con el acontecimiento del ciclo de Roberto Gómez Bolañosclaro.

Ramón Valdés como Don Ramón y Chespirito como El Chavo del 8, en una escena del programa (Captura de pantalla: Distrito Comedia)Ramón Valdés como Don Ramón y Chespirito como El Chavo del 8, en una escena del programa (Captura de pantalla: Distrito Comedia)

La paradoja del comediante: acostumbrado a provocar risas, Chespirito no reía fácilmente. Y les contó a sus amigos que sólo una persona lograba hacerlo reír: Valdés. Se habían conocido en 1970 cuando Gómez Bolaños lo había citado para su programa Los supergenios de la Mesa Cuadrada. De la mano del ingeniero Ramón Valdés, el actor aterrizó en la televisión con 47 años y con una extensa trayectoria en el cine -ya había participado en más de 70 películas, varias de ellas con Cantinflas-, pero errático en su reconocimiento popular y monetario.

Un año después Chespirito volvería a llamarlo, esta vez para El Chavo del 8. Podría afirmarse -no sin riesgo- que Don Ramón no es propiedad de su inagotable creatividad: tal vez sea el único personaje que no le ha pertenecido. . Y terminaría reconociéndolo tácitamente, ya que a diferencia de lo que decidió con Carlos Villagrán, por ejemplo, a quien nunca cedió los derechos de Quico, Gómez Bolaños nunca se opuso a que Valdés fuera Don Ramón donde quisiera, fuera del programa. El actor podía utilizar libremente su nombre ficticio, la vestimenta del personaje, sus rellenos clásicos y sus ocurrencias. Si casi nada de eso surgió de un guión. Si todo eso fuera Ramón Valdés. Por alguna razón, lo primero que le dijo Chespirito al proponerle sumarse a su ciclo en 1971 fue “Ser uno mismo”.

Partiendo de esa premisa, todo fue mezclado. Gómez Bolaños escribía los libros y Valdés aprendía sus líneas de oficio, claro, pero no podía con su genio: “¡Si serás, si serás!”, “Con permiso, dijo Monchito” y muchas otras frases fueron improvisadas. por el actor, sin haber sido incluido originalmente. E incluso ese Monchito correspondía a su verdadero apodo: así lo llamaban sus amigos de la infancia en Ciudad Juárez.

Los límites entre ficción y realidad se difuminaron como pocas veces. De esta manera, si don Ramón era adorado por el público, ¿cómo no iban a querer sus compañeros a Ramón Valdés? La actriz María Antonieta de las Nieves ella lo amaba de la misma manera que lo amaba chilindrina: como un padre. Hay una razón por la que fue Valdés quien la acompañó al altar cuando se casó en la vida real.

Don Ramón (Ramón Valdés) y la Bruja del 71 (Angelines Fernández), en El Chavo del 8Don Ramón (Ramón Valdés) y la Bruja del 71 (Angelines Fernández), en El Chavo del 8

La antipática Bruja del 71 cayó a los pies de Don Ramón (a quien cariñosamente llamaba “Mi Roro”) de la misma manera que Angelines Fernández Lo hizo con Valdés: siempre lo quiso, nunca fue correspondida. Esta actriz de carácter nacida en España, que llegó a México escapando del franquismo que combatió como guerrillera, se cruzó en algún teatro con un joven actor. Angelines pronto supo que no sólo se había enamorado de Ramón, sino que lo haría de por vida. También comprendió que él la adoraba, pero no la amaba. Él tampoco la amaría.

A pesar de tal revelación, continuaron trabajando juntos en diferentes proyectos y se hicieron muy amigos, al punto que fue Valdés quien la animó a unirse a El Chavo del 8. Y por supuesto, la tragedia romántica se trasladaría a sus personajes, en los intentos fallidos de conquista amorosa.

Cuando el actor murió, el funeral fue multitudinario. Cuando todos se fueron esa tarde, Angelines permaneció sola durante horas junto a la lápida de Valdés en el panteón Mausoleos del Ángel de la Ciudad de México. Dicen que una y otra vez la oyeron murmurar, entre sollozos: “Dejaste a mi Roro… mi Roro…”.

A esa despedida no asistieron tres figuras destacadas del Chavo del 8. Una era María Antonieta: estaba en Perú trabajando como la Chilindrina y no llegó a tiempo; No pasaría un día sin arrepentirse. La segunda: Florinda Meza. En su caso, lo hizo por decisión propia.

Ramón Valdés, Florinda Meza y Chespirito: las risas, solo para la cámara (Foto: Twitter)Ramón Valdés, Florinda Meza y Chespirito: las risas, solo para la cámara (Foto: Twitter)

El desprecio entre doña Florinda y don Ramón encontró su correlato cotidiano, como era de esperarse ante esas barreras ausentes entre ficción y realidad. Cuando Meza -ahora como esposa de Chespirito- se hizo cargo de la dirección artística del ciclo, Valdés estaba en la misma línea que el resto del elenco: no lo aceptó. Reticente, sólo obedeció las órdenes del creador, el mismo que lo había convocado. Y cuando Villagrán fue despedido por los celos que la trascendencia de Quico generó en el propio Gómez Bolaños, entendió que había sido demasiado para su dignidad. Y siguiendo los pasos de su amigo, también se fue, con don Ramón a cuestas pero con las manos vacías: estaba renunciando a mucho dinero.

A pesar de tener -como se mencionó- los derechos de su personaje, Valdés ya no lograría el éxito logrado con Chespirito. Alternaría lo bueno y lo malo y su salud comenzaría a deteriorarse. Adicción al tabaco – era el único al que le permitían fumar en los estudios de Televisa, pues… ¡era Don Ramón! ¿Quién lo prohibiría? – Provocaría cáncer de estómago. Los médicos le explicaron que si no abandonaba este hábito nocivo, el fin era inevitable; Tan pronto como salieron de la habitación, Valdés encendió un cigarrillo.

El tumor no cesó y un nuevo diagnóstico fijó un pronóstico irreversible: le quedaban seis meses de vida. Ramón Valdés tenía 64 años cuando falleció el 9 de agosto de 1988, cuatro años después de que los médicos determinaran aquella fatídica fecha.

Ramón Valdés (Foto: Twitter/@ImagenRetro)Ramón Valdés (Foto: Twitter/@ImagenRetro)

Roberto Gómez Bolaños: este párrafo es sobre él. Chespirito fue el tercer ausente en el funeral de Ramón. Quizás en apoyo a su esposa, consideró que no debía presentarse a dar el pésame. Y nunca se perdonaría no haber rendido homenaje a alguien que, más allá de diferencias profesionales, había conseguido lo que nadie podía: hacerle reír. Tiempo después el guionista calificaría su gesto como un gran error, quizá sabiendo que no hacía falta que lo dijera. El corazón de Valdés hubiera sido incapaz de albergar rencor.

Así, esta crónica se agota en su falsa promesa: sus palabras no bastan para disipar ninguna certeza. Don Ramón y Ramón Valdés, ¿quién era uno y quién era el otro? Quizás como forma de justificar el incumplimiento, además de no despejar la incógnita, surge una nueva: ¿a quién le importa resolver ese dilema? Si al final del día, eso es lo mejor. Aquí no hubo ningún truco. Con Ramón -Don o Valdés, da igual- la magia simplemente ocurrió, sin engaños ni doble fondo.

Porque mientras tanto nos cuesta ser auténticos -en la vida o en cualquier ficción-, Ramón, simplemente lo era.

Ramón Valdés (Twitter: @RamnValdsCasti1)Ramón Valdés (Twitter: @RamnValdsCasti1)

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Source: pagasa.edu.vn

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