La historia de un maestro de escuela baleado en Rosario: “Perder a Máximo fue lo más doloroso que vivimos” El niño de 11 años fue asesinado por la espalda en el barrio Empalme Graneros, y era alumno del colegio donde estudia Mariana Segurado Profesor desde hace más de 10 años. Pese al dolor y el flagelo del narcotráfico en la zona, no baja los brazos: “La educación no puede estar aislada de lo que sucede en el hogar o en la sociedad”, afirma.

Mariana SeguradoMariana Segurado

El momento más triste para Mariana Segurado Fue hace un año y medio, cuando su único hijo perdió la vida en un accidente de tráfico. Ese día, la vida de la maestra de primaria en el Escuela Bilingüe N° 1.344 Taigoye y en el 1.333 Nueva EsperanzaDos colegios interculturales bilingües ubicados en el norte de Rosario, cambiaron para siempre.

El dolor la golpeó nuevamente cuando, en la madrugada del 5 de marzo, la mataron Máximo Jerez, de 11 años, en la espalda y otros tres niños resultaron heridos tras recibir un disparo. El niño y miembros de la familia habían acudido al quiosco del barrio a comprar unas galletas para acompañar un mate tereré. Mientras esperaban ser atendidos, pasó un auto negro con vidrios polarizados y comenzó a disparar, en lo que sería un ajuste de cuentas por drogas.

Además de ese fatídico suceso, su querida escuela bilingüe recibió dos disparos y los directores del Servicio Penitenciario que la custodiaban desde el primer ataque fueron amenazados. “Ya no se puede ser ni vivir as픓, Dice tristemente esta mujer de 50 años, cansada de ese día a día que, a pesar de los esfuerzos de las familias de los estudiantes y sus compañeros, sigue apestando a violencia en una ciudad donde los ajustes de cuentas se cobran muchas víctimas inocentes.

Mariana Segurado, docente de la comunidad de Qom, en Rosario, impartiendo clases a través de programas radiales, en la pandemia de 2020Mariana Segurado, docente de la comunidad de Qom, en Rosario, impartiendo clases a través de programas radiales, en la pandemia de 2020

La dura realidad de ser docente en Rosario

mariana habló con Infobae durante la cuarentena de 2020 y contó cómo logró poder impartir clases cuando la virtualidad, impuesta en el mundo, comenzó a acentuar las diferencias socioeconómicas. Trabaja desde los años 80 en dos escuelas donde hay un asentamiento toba que desde hace tiempo lucha contra el dengue y la falta de agua potable.

“Con la llegada de la cuarentena”, dijo entonces, “empezamos a buscar alternativas: empezamos a armar cuadernillos y a hacer fotocopias para los niños que hasta entonces venían a la escuela a recoger las bolsas de comida que les entregaban, porque el comedor dejó de funcionar. . A finales de marzo, cuando todo cierra, nos quedamos sin posibilidad de hacer fotocopias, y no todos los docentes tenían impresora en casa. En mi caso sí, pero me resultó imposible imprimir todo el material para 70 niños”. Entonces, Tuvo la brillante idea de utilizar la radio del pueblo para impartir sus clases.

“El Ministerio sugirió trabajar con WhatsApp, pero nuestra realidad era totalmente distinta en medio de un asentamiento en el que algunos padres no saben leer ni escribir, otros no hablan español, porque son de una comunidad aborigen”. Así se creó el programa. Contenido (con la doble interpretación de la palabra).

A pesar de las dificultades, enseñar de esta manera y en dos escuelas comunitarias fue para ella cumplir su mayor deseo de sentirse útil a través de la educación. “Trabajar en estas escuelas me cambió internamente porque aprendí a ser generoso, a compartir… He visto niños romper el único lápiz que tenían para darle a su compañero o meterse en el bolsillo un trozo de fruta o un trozo de pastel que se les había dado. a ellos. Tómalo y compártelo en casa”, recuerda.

Junto a otro profesor cuando aún estaban repartiendo comida a los alumnos Junto a otro profesor cuando aún estaban repartiendo comida a los alumnos

En estos tres años, la vida personal de Mariana cambió por completo: perdió a su único hijo en un accidente y debido a una depresión ya no puede dirigir una clase, pero continúa trabajando organizando otras actividades curriculares, acompañando a sus alumnos y sirviéndoles comida.

Al inicio del curso escolar, otro duro golpe. “Nuestra Escuela Bilingüe N° 1.344 Taigoye recibió dos disparos y en otro ataque murió uno de nuestros alumnos del barrio Toba, Los Pumas. Entonces Estábamos pasando por momentos muy difíciles. Superamos la pandemia, pero los problemas sociales siguen fuertes en el barrio y afectan directamente a las escuelas. Esa es mi realidad también y la de Rosario, porque en la ciudad muchas escuelas han sufrido balaceras, amenazas y muchas estuvieron cerradas durante semanas. Tenemos policías en la puerta que vigilan la entrada y salida de los niños. La muerte de este niño quebró a todo el profesorado y alumnos. Era miembro de nuestra comunidad, un niño muy amigable, de solo 11 años”, lamenta la mujer que comenzó a enseñar a los 24 años.

“La pandemia los dejó desconectados de lo que era el conocimiento formal, por falta de recursos. Y el narcotráfico y la delincuencia los dejan hoy aislados de todo porque hubo semanas en las que no venían a la escuela y ahora ven a los patrulleros en la puerta”, dice.

Esta situación hace que cumpla más de un rol en la escuela. “Después de la muerte de mi hijo dejé de estar en las aulas, pero acompaño a todos los niños dentro del colegio con tareas especiales, junto con el equipo directivo. Comparto el tiempo en el comedor, acompaña y sirve muchas veces, y son cinco platos. Sea el hambre, la necesidad. Vivo ahí, cerca de ellos, no soy de otra zona y luego vengo a trabajar, no. Son mis vecinos, los conozco y sé cuáles son sus necesidades.

La docente también está al frente de la Asociación Civil Nido, desde donde busca nuevas estrategias, formas y caminos para brindar a las comunidades cuyos derechos son vulnerados una oportunidad de aprender. Además, trabaja en la prevención de la violencia y las adicciones.

“Estamos en un barrio que está en llamas… En el 2017 venimos gritando con las madres lo que está pasando en los barrios, contando lo que está pasando con los niños. Después de que estalló todo, empezaron a verlo, pero el Estado no escucha”, dice.

Balean escuela en RosarioBalean escuela en Rosario

En esa zona están construyendo aulas. “Cuando terminen, los niños de todas las edades podrán subir de nivel después de dos años de pandemia y después de esta realidad social que vive Rosario: la falta de días escolares y la gran necesidad que tienen. De esta manera buscamos solución y respuesta a los problemas que surgen y se presentan”, añade.

Conmovida por los recuerdos de lo que debió haber pasado recientemente, afirma: “A pesar de todo, así estoy pasando mi docencia, tanto dentro de una escuela como en la asociación civil; y a veces en un campito con un lápiz y un cuaderno, pero siempre enseñando”.

Acongojada por la pérdida de su hijo, admite: “La vida se me pasó, pero la esperanza de que los jóvenes puedan salir adelante, de que puedan Darles una oportunidad a los niños siempre está en mi corazón y eso es lo que me mantiene adelante. Porque sino, la verdad, sin mi único hijo, habría tomado decisiones diferentes”.

Pensando en el futuro, teniendo presente todo lo sucedido, reflexiona. “La educación no puede aislarse de lo que les sucede a los niños en sus hogares y su forma de vivir. Otros años hemos luchado contra la desnutrición y creo que en el 90% de los casos, en esta ciudad, hemos ganado la batalla. En el pasado hemos luchado contra el abandono escolar y los niños han vuelto a la escuela con diferentes programas… Así, cada década aparecen nuevos gigantes. y Con estos nuevos gigantes, diferentes estrategias que tenemos que desarrollar. Creo que un niño bien alimentado con un miembro, no digo la familia completa, sino un solo miembro que lo contenga, ese niño tiene muchas posibilidades de aprender”.

Emocionada, concluye: “Mi deseo es que todas las familias tengan apoyo, que haya trabajo para los padres y las madres y, sobre todo, una sociedad más justa. Hoy parece una utopía, Mientras tanto, los barrios sueñan con espacios donde los niños se sientan contenidos, abrazados, cuidados y acompañados por encima de todas las cosas”.

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Source: pagasa.edu.vn

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