Arcadi Volodos (Foto de Roberto Serra – Iguana Press/Getty Images)
En la GroBer Saal (sala principal) del Mozarteum, el pianista Arcadi Volodos Ofreció un concierto de piano solo el 18 de agosto, con obras de Federico Mompou, Aleksander Skryabin y Franz Liszt, de Federico Mompou, fueron algunas partes de Scenes d’efnants (aus Quiet Music). Una música minimalista que lleva tiempo captando la atención del intérprete en la que aparecen cambios de ritmos, silencios en ocasiones prolongados y notas aisladas. Luego, de Aleksander Skryabin, Aus Douze Études opus 8, 16, 63 y 72. Y para cerrar, de Franz Liszt Le Ballade n 2.
Volodos, ruso de nacimiento, francés de adopción y residente hoy en Madrid, volvió a brillar en la velada. Sigue demostrando habilidad, técnica y cierto misticismo en la interpretación. El espectáculo duró casi dos horas en las que mostró su arte sin partitura y con un bis de tres composiciones de otros autores para responder a un aplauso unánime y sostenido.
Arcadi Volodos forma parte del repertorio de virtuosistas, por ejemplo de Rachmaninov y Listz, que exigen no sólo conocimiento de la mejor técnica y conocimiento profundo de la obra, sino también un plus imprescindible para superar el desafío. Su primer acercamiento a la música fue a través del canto, siguiendo el ejemplo de sus padres, también cantantes, aunque poco a poco fue evolucionando hacia la dirección. Sin embargo, toca el piano desde los ocho años. Es en 1987 cuando comienza a dedicarse con contracción al piano. Estudió piano en el Conservatorio de Moscú con Galina Eguiazárova. También estudió en el Conservatorio de París con Jacques Rouvier. Finalmente, en Madrid, en la Escuela Superior de Música Reina Sofía, con Dmitri Bashkírov.
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Es uno de los miembros exaltados de su generación, invitado casi permanente a los Festivales de Salzburgo, ha mostrado su arte con destacadas orquestas. En 2018 ganó el premio a la mejor interpretación instrumental de la revista especializada Gramophone, por su álbum de piezas para piano solo de Brahms.
Mompou decía que el silencio es eternidad sonora y Volodos lo sabe perfectamente, hasta el punto de que en 2013 grabó un disco sobre dicho autor. Descubrió esa música tranquila y metafísica y al estudiarla comprendió su filosofía, su espíritu zen, la dualidad entre notas y silencios. Ese tipo de minimalismo.
Las actuaciones de Aleksander Skryabin cambiaron el clima, marcando otros tiempos y armonías que Volodos supo comunicar con éxito. Le Ballade n 2, de Franz Listz, fue interpretada de manera técnica y expresivamente superior. Todas las complejidades que presenta la obra quedaron traducidas en un canto armónico y suave. Precioso trabajo el de Listz al servicio de unas de las mejores manos para dicho trabajo. El silencio en la sala fue el mejor homenaje al pianista. Pero claro, al final, por si lo poco hecho fuera poco, Volodos siguió prodigándose en su música como decíamos unas líneas antes. En definitiva, un pianista que lleva mucho tiempo cautivando al público internacional.
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Source: pagasa.edu.vn