Una pareja recoge alimentos del suelo en el Mercado Central de Frutas y Verduras el 31 de agosto de 2020, en la localidad de Tapiales, Gran Buenos Aires, Argentina. EFE/Juan Ignacio Roncoroni
Si bien el progreso de un país debería ser una aspiración compartida por sus líderes y ciudadanos, algunos parecen estar atrapado en un ciclo de estancamiento y subdesarrollo, incapaces, indiferentes o poco dispuestos a lograr avances significativos en su progreso político, económico y sociocultural. Y si bien los factores que contribuyen a la inviabilidad de este proceso son diversos e interrelacionados, las investigaciones más avanzadas muestran una preponderancia de variables internas sobre las externas.
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Los factores más relevantes son los de carácter político, económico, social y ambiental, que de no resolverse llevan a calificar a un país como inviable, según la Índice de estados frágiles (fallidos), un estudio que evalúa la debilidad del Estado considerando factores como el conflicto en la gobernanza, la economía y la sociedad civil. Porque, como analiza Stewart Patrick, La fragilidad del Estado conduce a la inestabilidad y a la incapacidad de un país para cumplir con las expectativas del gobierno.
En concreto, los países no viables o estados fallidos, según Gerald Herman y Steven Ratner, son aquellos que Carecen de capacidad para controlar el monopolio de la fuerza y de eficacia para proporcionar a su población bienes públicos esenciales., además del control institucional y social en el marco de su territorio. Es decir, son aquellos países que, debido a una compleja y abrumadora combinación de factores, socavan su capacidad para funcionar eficazmente como entidades soberanas y brindar bienestar a sus ciudadanos. Entre las causas más comunes de la inviabilidad de un país se pueden especificar las siguientes.
Corrupción, inestabilidad política y mal gobierno. Susan Rose-Ackerman demuestra la relación entre corrupción y desarrollo económico y cómo la mala gobernanza socava la viabilidad de un país. La falta de transparencia en la administración pública debilita la confianza en las instituciones gubernamentales y socava la inversión extranjera, lo que resulta en una mala gestión de los recursos y la incapacidad de brindar servicios básicos a la población. La pobreza y la desigualdad extrema resultantes, además de la falta de inversión en capital humano, debilitan la base económica y social, lo que resulta en una falta de acceso a los recursos básicos, la educación, la seguridad y la salud, lo que contribuye a la inestabilidad social y política. Esto a su vez está relacionado con crisis económicas y deudas insostenibles como resultado de una mala gestión financiera que paraliza la economía de un país, afectando negativamente a la población y dificultando la inversión y el crecimiento. Sumado a esto, como lo demuestra Douglas Johnson, la falta de representación política, legitimidad en el gobierno y la incapacidad para mantener el orden interno debilitan la cohesión nacional y conducen a la erosión del Estado. Y así, añade Jeffrey Sachs, la falta de acceso a recursos y servicios básicos perpetúa un ciclo de pobreza y desestabilización social, que a su vez obstaculiza el desarrollo sostenible.
El conflictos externos e internos Como las intervenciones extranjeras y las guerras regionales tienen un impacto devastador en la infraestructura y la economía, pero los conflictos étnicos, religiosos o políticos también son factores políticamente desestabilizadores, que socavan la autoridad central, dividen la sociedad y fragmentan la nación en regiones controladas por grupos. armados, colapsando también la provisión de servicios básicos y de seguridad, obstaculizando el desarrollo. En este sentido, además, la competencia por los recursos y el deseo de poder exacerban las tensiones, lo que resulta en la fragmentación y debilitamiento del Estado.
El Degradación ambiental y cambio climático. conllevando la escasez de recursos y fenómenos naturales cada vez más frecuentes e intensos que impactan significativamente la producción de alimentos, la salud pública y la infraestructura, afectando la estabilidad del país. Neil Adger y Shardul Agrawala demuestran que la pérdida de recursos naturales y la escasez de alimentos, la degradación ambiental y las condiciones climáticas adversas conducen a conflictos por la supervivencia y la competencia por estos recursos, debilitando la estructura estatal. Y aquí también la lucha por el acceso a la tierra cultivable y al agua frecuentemente aumenta las tensiones, contribuyendo a la inestabilidad política en la región.
En este marco, la inviabilidad de Argentina Está manifiesta y causalmente más cerca del primer factor que de los dos últimos. Obviamente las posibles estrategias para superar estas dificultades y trabajar hacia la viabilidad a largo plazo están relacionadas con la reforma institucional y la buena gobernanza que promuevan la eficiencia en el gasto público, la transparencia, la rendición de cuentas y la participación ciudadana para ayudar a mejorar la calidad y la confianza en las instituciones. Con criterios similares, debería centrarse en la inversión en capital y desarrollo humano, priorizando la educación, la salud, el civismo y el bienestar de la población contribuyendo a la reducción de la pobreza y la desigualdad, promoviendo al mismo tiempo un desarrollo social y económico sostenible.
Pero nada de esto se ha hecho en las últimas décadas en Argentina. Pese al reconocimiento y comprensión de estas causas y su criticidad, para abordar las recurrentes y cada vez más extensas e intensas crisis que subsumen a la Argentina en una degradación generalizada, no existen acciones conjuntas y concretas hacia soluciones sostenibles para su recuperación y desarrollo. .
De este modo, La viabilidad de Argentina hoy está en un punto crítico no sólo por sus índices de pobreza, inflación, corrupción, marginalidad, delincuencia y narcotráfico, falta de infraestructura, salud pública, seguridad y educación, sino también porque no parece haber voluntad o compromiso real para funcionar adecuadamente. eficaz proporcionando los servicios básicos y de calidad necesarios para generar oportunidades económicas y un entorno propicio para el bienestar de sus ciudadanos. La convergencia permanente de corrupción endémica, crisis económicas, degradación social y educativa más la pérdida de valores culturales y falta de infraestructura, han creado un círculo vicioso difícil de romper para la clase política y dirigente que no desea pagar el costo.
Cabe señalar que la historia de la humanidad está llena de ejemplos de naciones que han enfrentado desafíos abrumadores y que, contra todo pronóstico, han logrado darle un giro positivo a su destino. Estos países, alguna vez clasificados como inviables, han demostrado una notable resiliencia para transformarse y prosperar. Diversos casos de Estados africanos, asiáticos, europeos y de la propia América del Sur muestran la posibilidad real de resurgir como una nación próspera a través de la implementación de políticas visionarias e integrales más un enfoque especial en la educación de alta calidad, logrando convertirse en economías avanzadas. y competitiva en el mundo, con innovación tecnológica y ubicándose estratégica e internacionalmente en el grupo de sociedades con índices de bienestar y calidad de vida adecuados o favorables.
Pero para el inicio de una posible resolución de estos problemas, evitando ser un país inviable o un estado fallido, Se requiere la aún ausente cosificación de una voluntad política colectiva y un compromiso demostrable y una determinación genuina e incondicional por parte del grupo de dirigentes, dirigentes y ciudadanos., con un enfoque sistémico y de largo plazo. Sólo así la Argentina podrá ser parte de la historia de países que, a pesar de sus abrumadoras condiciones, transformaron la adversidad en oportunidad y el estancamiento en progreso.
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Source: pagasa.edu.vn