2Autorretrato de Javier Milei, a pocas horas de una victoria histórica

2Autorretrato de Javier Milei, a pocas horas de una victoria histórica

Javier Milei en Mar del PlataJavier Milei en Mar del Plata

Los días previos a la primera vuelta presidencial tienen un protagonista exclusivo, quien es Javier Milei. Casi todas las encuestas le dan el primer lugar. En ninguno de ellos queda fuera de la segunda ronda y existe la posibilidad de que gane en la primera. Los otros dos candidatos están cada vez más ocupados hablando de él. Y Es el único que puede realizar actos verdaderamente populares. Eso nos obliga a mirarlo cada vez con más atención. Y esta semana hubo episodios que nos permiten conocerlo un poco más.

La candidata presidencial argentina Patricia Bullrich del partido Juntos por el Cambio asiste a una conferencia de prensa, tras el debate presidencial antes de las elecciones generales del 22 de octubre, en Buenos Aires, Argentina, el 8 de octubre de 2023. REUTERS/Agustin Marcarian/PoolLe puede interesar: Elecciones 2023, en vivo: “Milei actúa como asesora de una cueva financiera”, dijo Patricia Bullrich

En las horas posteriores a las PASO, Javier Milei anunció que centraría su campaña en la provincia de Buenos Aires, donde había obtenido, comparativamente, menos votos que en otros lugares. Dado el clima de aquellos días, era previsible que su aparición en el conurbano generara efectos similares a los de Carlos Menem en 1989: multitudes saldrían a las calles de tierra a abrazar al salvador. Eso no sucedió. O, al menos, no sucedió en esa dimensión. Las imágenes que los propios libertarios subieron a las redes eran muy débiles: sólo se podía ver a un grupo de personas rodeando una furgoneta. No hubo tomas cenital, ni drones, ni testimonios neutrales donde aparecieran esas multitudes.

Esta semana, finalmente, el Aluvión ocurrido en Salta., donde miles y miles de personas rodearon a Milei en un clima de fervor que los demás candidatos no pueden mostrar ni remotamente. Las imágenes son impresionantes. Era una ola humana que había salido a acompañarlo. El fervor impactó, sobre todo si se contrasta con la frialdad de los actos, mucho menos espontáneos y populares, que rodean a Sergio Massa y Patricia Bullrich. Precisamente ayer el fenómeno se repitió en Mar del Platadonde una multitud apasionada -en parte movilizada por la gastronómica de Luis Barrionuevo- coreó el nombre de Milei y sus lemas favoritos: “La casta tiene miedo.” y “Déjenlos ir a todos”.

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En este camino, Milei construye un autorretrato más complejo y polémico que el del candidato rodeado de gente que lo idolatra. La tensión, el vértigo y los escándalos que sacudieron al país y al mundo esta semana, tal vez dejaron poco tiempo para detenerse en episodios ciertamente inquietantes, que lo tuvieron a él como protagonista.

Javier Milei en SaltaJavier Milei en Salta

El primero de ellos se produjo en el segundo debate presidencial, que se desarrolló el pasado domingo. Como se sabe, en varios momentos de su meteórica carrera, Milei sostuvo que debía implementar un mercado para la compra y venta de órganos. “Sería otro mercado. Actualmente hay mucha más demanda que oferta de órganos, por lo que ahí hay un problema”, afirmó.

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Durante el debate, Patricia Bullrich le planteó el tema.

Milei respondió agresivamente:

-Hay 300 mil donantes potenciales y 7 mil personas en lista de espera. Es evidente que allí hay un problema de corrupción. ¿Te gusta el robo?

En esas treinta palabras aparecen algunos problemas graves.

La primera es obvia ignorancia de lo que habla. Se supone que la cifra de 300 mil posibles donantes surge de la cantidad de personas que mueren en Argentina, que es aproximadamente esa cifra. Los especialistas explican que Sólo las personas que mueren en cuidados intensivos pueden donar órganos, porque sólo en ese contexto es posible su preservación. Eso sólo representa el 4 por ciento del número total de personas que mueren. Quiero decir: hay 1.200 donantes potenciales y no 300 mil. Es una diferencia abismal.

Pero, además, la lista de espera de 7.000 personas es un pequeño porcentaje del total de personas que requieren trasplantes de órganos. No son los casos más graves. Por ejemplo, en este momento hay 30 mil personas en diálisis. Los expertos consideran que Hay cien mil personas que actualmente necesitan un trasplante.

Milei dice que sólo 7.000 argentinos necesitan un trasplante y hay 300.000 donantes potenciales. Pero en realidad los donantes potenciales son 1.200 y los que esperan un órgano son 100.000.

Las diferencias entre los dos escenarios son abrumadoras.

El segundo problema es que atribuye un delito de corrupción sin ninguna prueba. Milei concluye que como hay tantos donantes potenciales -que no los hay- y tan poca gente que necesita órganos -algo que también está mal-, ahí hay un problema, es la corrupción. Esto probablemente se deriva de su concepción de que Toda regulación es contraproducente y conduce a la corrupción.

Rueda de prensa de Javier Milei tras ser denunciado por Alberto Fernández - REUTERS/Agustin MarcarianRueda de prensa de Javier Milei tras ser denunciado por Alberto Fernández – REUTERS/Agustin Marcarian

Ese esquema conceptual no es necesariamente correcto. En el caso de Incucai este no es el caso. Es una organización que distribuye órganos entre familias desesperadas. Muchos de estos órganos no llegan a tiempo para salvar vidas. Sin embargo, no hay denuncias de corrupción o acomodación, como ocurrió, por ejemplo, en el famoso caso del “vacunagate”.

El tercer problema es el sin empatía con situaciones humanas que son muy dramáticas: naturalmente, las declaraciones de Milei generaron mucha alarma entre las personas que esperaban un órgano.

Como si valiera la pena ganar algo. Lo que pasó con la venta de órganos también pasó con la acusación de genocidio contra el Gobierno por su manejo de la pandemia, con cifras -otra vez- muy amañadas o con la afirmación de que Patricia Bullrich “puso bombas en los jardines infantiles”.

¿Milei será más precisa con números y datos a la hora de armar un plan económico?

El segundo episodio ocurrió durante la conferencia de prensa de Milei el miércoles. Para entonces, el dólar cotizaba por encima de los mil pesos. Una semana antes, Milei había dicho que “Mientras más alto sea el dólar, más fácil será dolarizar”. Y luego argumentó que el peso era “excremento” y que la gente debería salirse de la moneda nacional.

Las declaraciones de Milei generaron innumerables preguntas de economistas y políticos de los más diversos tintes: Patricia Bullrich, Sergio Massa, Carlos Melconian, Alberto Fernández, Eduardo Levy Yeyati, Daniel Artana, Emmanuel Álvarez Agis, Daniel Marx, Marina Dal Poggetto, Hernán Lacunza, entre muchos Otras personas, señalaron que era una irresponsabilidad que un hombre que está por ser Presidente llamara a la gente a abandonar el peso.

En la rueda de prensa, Milei dijo textualmente lo que había defendido anteriormente para X (ex Twitter):

“Llevo casi 2 años en política. ¿Me van a culpar por la decadencia de los últimos 100 años, y el escándalo de los últimos 40 y el desastre que ha ocurrido en la Argentina desde el kirchnerismo? ¿Por qué no intentas ser un poco más serio?

El argumento de Milei es muy fuerte. La fragilidad de la economía argentina no es culpa suya: De hecho, es el que tiene menos responsabilidad entre los tres candidatos con posibilidades de convertirse en Presidente.

En ese sentido, las acusaciones que recibió de las otras dos fuerzas políticas tienen un punto débil: el emisor. Dado su desempeño en materia de inflación, pobreza y pérdida de reservas, No parecen tener mucho derecho a acusar a Milei de nada.

Pero eso no significa que la acusación sea falsa. Como dice Milei de vez en cuando, esto es una falacia ad hominem: si una persona dice algo cierto, aunque no tenga derecho a decirlo, sigue siendo cierto.

La discusión de esta semana no se refirió a los últimos cien años, ni a los últimos cuarenta ni a los veinte años del kirchnerismo: solo se refirió a la última semana, cuando se aceleró con fuerza una corrida contra el peso, luego de que el favorito calificara la situación nacional. moneda como “excremento” y pidió varias veces a la gente que se deshiciera de ella.

Milei tiene razón cuando sostiene que su posición al respecto se conoce desde hace varios años. Pero una cosa es la influencia de su palabra como panelista de televisión, o como candidata de una fuerza minoritaria, y otra lo que ella tiene como favorito.

Simpatizantes de La Libertad Avanza - REUTERS/Cristina Sille//Foto de archivoSimpatizantes de La Libertad Avanza – REUTERS/Cristina Sille//Foto de archivo

En cada transición, los favoritos -si son oponentes- tienen un dilema. Pueden empujar al gobierno al abismo para mejorar sus cifras electorales, o incluso darle más margen de maniobra a su futuro gobierno, si el actual deja una tierra arrasada. Esta actitud tiene un alto costo social. Puedes intentar, en cambio, calmar las aguas. Esta segunda opción tiene efectos opuestos: menos ingresos electorales, un pequeño respiro para el gobierno saliente pero contiene un poco de la situación social y financiera.

Ante la creciente tensión, Milei podría haber dicho: “Sabes lo que pienso sobre el tema. No quiero repetirlo ahora porque añadiría más problemas. Pero tenga paciencia: en unas semanas me ocuparé del problema y encontraremos una solución”.

Eligió exactamente lo contrario.

El dólar subió a mil pesos en un instante.

En la historia democrática argentina nunca hubo un episodio como este, donde un candidato presidencial estimular abiertamente una corrida de toros que le beneficiaría electoralmente.

Por si fuera poco, en esa misma conferencia de prensa, se vivió otro episodio llamativo. En el momento en que Milei comenzó a hablar, se escuchó desde lejos la voz de un compañero de radio platense, quien salió al aire para informar, precisamente, que el candidato era titular. No hubo ninguna pregunta de confrontación, ninguna falta de respeto, nada que pudiera interpretarse como agresivo. Milei también se molestó y lo humilló en público:

-Pregunta: ¿los que están hablando quieren ser parte de la conferencia?

El colega se disculpó.

-Lo siento Javier, salgo al aire.

-Bien. Encuentre una manera de no interrumpir. Digamos que seguramente querrán escucharte—reaccionó Milei.

El colega informó:

-Bueno, entonces ahí es donde se enoja Javier Milei.

Y él dijo:

-Eres un maleducado, que es otra cosa.

Este fue un desafío muy pequeño para una persona con poder, que es el que tiene Milei ahora. “Disculpe, le pido por favor que hable más bajo porque me distraerá”, hubiera sido suficiente. No hace falta mucho más para arreglar esa situación, a menos que alguien quiera demostrar el poder que tiene en cada paso. Milei no se comportó como alguien que entiende la brecha de poder o, peor aún, como alguien que la entiende y abusa de ella.

Nadie sabe cómo resultarán las elecciones del próximo domingo. Las encuestas ya no son instrumentos fiables. Y el crecimiento que rodea a Milei puede tener un techo. En la campaña, por ejemplo, de 2015, el peronismo realizó actos con mucha más gente que Cambiemos. En 2013, Cristina llamó a más que Sergio Massa. Y en ambos casos el resultado electoral favoreció a quien menos gente puso en las calles. Sea como fuere, la campaña de Milei es la más espontánea, la que incorpora constantemente métodos innovadores y la que más vértigo y pasión tiene. Este miércoles se verá algo así en la clausura, en el Movistar Arena. Además, ambas mediciones –las encuestas y los eventos– parecen coincidir en que tarde o temprano Milei ganará las elecciones. Y aunque no lo ganó, su surgimiento tiene características que marcarán la historia política argentina.

En medio de este vendaval, hay un ser humano con virtudes que le permitieron alcanzar el umbral del poder, es decir, no debe ser subestimado. Y, al mismo tiempo, con defectos que resultan muy preocupantes cuando se la imagina en el centro de la toma de decisiones.

Espero que no sea así.

Pero a primera vista la combinación parece explosiva.

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Source: pagasa.edu.vn

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