El proyecto solidario que lleva conectividad a la Villa 20 de Lugano y brinda oportunidades para trabajar y estudiar

El proyecto solidario que lleva conectividad a la Villa 20 de Lugano y brinda oportunidades para trabajar y estudiar

    Por la mañana se realiza el espacio de Tecnología Educativa para la niñez y adolescencia y por la tarde Alfabetización.  40 chicos, entre 5 y 16 años, forman parte de la propuesta (Fotos Candela Bandoni) Por la mañana se realiza el espacio de Tecnología Educativa para la niñez y adolescencia y por la tarde Alfabetización. 40 chicos, entre 5 y 16 años, forman parte de la propuesta (Fotos Candela Bandoni)

Como todos los sábados, Agustín asiste a sus clases de Tecnología Educativa. Nació en Villa 20 y desde pequeño siempre estuvo interesado en el mundo de la robótica, la programación y la ciencia. Con sólo 12 años quiere ser ingeniero y aprender todo lo que esté a su alcance. “Mi sueño es estudiar primero Ingeniería Electrónica, crear, inventar y pensar en todo eso, y ser alguien”, tiene mucha motivación. Fue a mediados de 2022 que se incorporó al taller de Atalaya, lugar que le permitió desarrollar su vocación tecnológica, y próximamente iniciará su primer año en la Escuela Técnica Otto Kraus.

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Cristina Maciel trae a su hija de 10 años al espacio de Robótica. Ella es de Paraguay y vive desde hace veinte años en la Villa 20, donde se instaló para buscar un futuro mejor. Luego de su reciente embarazo se dedicó a ser ama de casa y cuidar a sus cuatro hijos. Sin embargo, sus ganas de formarse no faltaron y comenzó, junto a otro grupo de mujeres del barrio, a conocer el uso de computadoras y el uso de internet.

Uno de sus mayores problemas al llegar al barrio de emergencia fue la falta de comunicación con su familia al no tener señal ni wifi: “Cuando se conectaron a Internet me sentí súper feliz, porque me iba a poder comunicar con mi familia en Paraguay., Soy el único aquí. Los niños también pueden ver la televisión y jugar con la tableta que el gobierno les dio anteriormente pero que no podían usar porque no tenían Internet. Es impresionante porque todo lo que antes buscabas en una librería, ahora lo puedes buscar online y es más rápido”.

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Al igual que Cristina, Nelly logró reencontrarse en Facebook a los 70 años con una amiga de su juventud con la que había perdido contacto.

"El barrio no sólo no tenía acceso a Internet, sino que tampoco podía producir sus propios contenidos y poder generar su propia voz, su propio discurso en el espacio público", explica González Ursi.“El barrio no sólo no tenía acceso a Internet, sino que tampoco podía producir sus propios contenidos y poder generar su propia voz, su propio discurso en el espacio público”, explica González Ursi.

“Si no abordáramos el problema del acceso a Internet, que hoy es una plataforma para hacer realidad otros derechos, esa brecha se amplió en términos de desigualdad“, resume Manuela González Ursi, coordinadora general de Atalaya Sur. Apoyada por la organización Proyecto Comunidad, la iniciativa tuvo como objetivo brindar a los vecinos de Villa 20 acceso a Internet y a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Para hacerlo, Se lanzó una red Wi-Fi pública y gratuita.

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El nombre Atalaya pretendía ser un punto de vista y también un punto de visibilización de las experiencias que suceden en los barrios populares: la diversidad de culturas, la solidaridad y el sentido de comunidad para enfrentar las dificultades. “Los barrios populares están siendo mirados desde una lógica completamente estigmatizante. El barrio no sólo no tenía acceso a Internet, sino que tampoco podía producir sus propios contenidos y poder generar su propia voz, su propio discurso en el espacio público”, explica González Ursi. La preocupación por darle protagonismo a la realidad del barrio se materializó a través de la creación de un sitio web, Atalaya Sur – Villa 20 Conectada, en el que circula información, opiniones y contenidos culturales propios del lugar.

A partir de 2016, La red se extendió hacia la conexión doméstica. y los vecinos que forman parte de la red pagan una suscripción por el servicio. Este avance fue trascendental con la emergencia sanitaria del 2020, ya que el acceso a Internet era necesario para desempeñar el ámbito educativo y laboral. En el marco del COVID 19, Atalaya logró escalar la red de sesenta hogares conectados en 2019 a cincuenta hogares para entonces.

“Las familias necesitaban Internet, principalmente los niños y los jóvenes. Pero hubo una virtualización de la educación que las familias no pudieron acompañar, no solo por una cuestión de acceso a Internet, sino también por la alfabetización digital y el acceso a dispositivos”, dice Gabriela Linardo, coordinadora de Educación de la Niñez y la Adolescencia de Atalaya.

El programa ofrece dos cursos para formarse como Operador de Conectividad y está el taller de Tecnología, en el que participan alrededor de quince madres.El programa ofrece dos cursos para formarse como Operador de Conectividad y está el taller de Tecnología, en el que participan alrededor de quince madres.

Si bien las clases virtuales vía Zoom eran escasas en Lugano, el principal desafío “era enseñar cómo descargar archivos para la familia, cómo ver el boletín, cómo hacer los trámites que había que hacer; Enseñamos todo a través de WhatsApp y también enseñamos el contenido a los niños”. El equipo de Atalaya sabía que el acompañamiento y la escucha de las necesidades y conflictos de los vecinos era fundamental para superar la pandemia.

Cuando se levantaron las restricciones, volvimos a los talleres presenciales. Por la mañana se realiza el espacio de Tecnología Educativa para la niñez y adolescencia y por la tarde Alfabetización. Hasta ahora, 40 chicos, entre 5 y 16 años, forman parte de la propuesta. Por otro lado, se ofrecen dos cursos para que los jóvenes se capaciten como Operador de Conectividad, y al mismo tiempo está el taller de Tecnología, en el que participan alrededor de quince madres de familia y aprenden sobre alfabetización digital para su propio aprendizaje y también para poder para darle una mano a sus hijos.

“Hay algo que pasa con Atalaya como formadora, como espacio educativo que promueve vocaciones tecnológicas en un barrio donde todo se hace cuesta arriba. En ese sentido, no suele haber espacios de formación tecnológica gratuita y accesible para los más jóvenes, la mayoría son virtuales o muy caros”, señala Manuela y añade, “nadie puede elegir lo que no sabe. Por eso hablamos mucho de ofrecerles herramientas para que conozcan y exploren. Les está dando la oportunidad de acceder a recursos tecnológicos y a nuevos horizontes de posibilidades”.

Graciela González Jara, Gabriela Linardo y Manuela González Ursi, tres líderes de la propuesta para llevar conectividad a un barrio de emergencia del sur de Buenos Aires (Fotos Candela Bandoni)Graciela González Jara, Gabriela Linardo y Manuela González Ursi, tres líderes de la propuesta para llevar conectividad a un barrio de emergencia del sur de Buenos Aires (Fotos Candela Bandoni)

Para lograr la empleabilidad de niños y niñas, el proyecto generó un tejido con empresas de telecomunicaciones para insertarlos al mercado laboral. Por ahora, Ya son 16 los jóvenes que consiguieron su primer empleo registrado en empresas del sector. Uno de los casos más destacados fue el de Roirmar, quien se inició en la robótica a los 8 años y hoy es técnico y docente en los talleres de Atalaya, además de postular a la UTN.

“Estamos ante chicos que serán los primeros universitarios de sus familias y para nosotros eso es un orgullo”, dice Graciela González Jara, quien vive en la Villa 20 desde hace más de 30 años y también es referente territorial de esto. propuesta. “Desde Atalaya Sur cambiamos la vida de las personas a través de algo muy pequeño. Mejoramos la educación, el disfrute del entretenimiento, el trabajo, la vida cotidiana, para que los vecinos no crean que, por vivir en un chalet, en un lugar tristemente mal visto desde fuera, no es posible”, afirma el vecino y refuerza la idea del acceso a Internet como un derecho universal.

De cara al futuro, el mayor deseo es poder replicar la propuesta a nivel nacional y global. Para Manuela, Gabriela y Graciela lo importante es generar oportunidades donde no las hay: “la palabra oportunidad, la palabra apropiación, la palabra participación para nosotros son transversales”.

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Source: pagasa.edu.vn

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