2Los gritos de guerra de Victoria Villarruel

2Los gritos de guerra de Victoria Villarruel

Victoria Villarruel, en homenaje a las víctimas de las organizaciones guerrilleras REUTERS/Agustin MarcarianVictoria Villarruel, en homenaje a las víctimas de las organizaciones guerrilleras REUTERS/Agustin Marcarian

Uno de los libros más vendidos estos días en el país se llama Nacido y todavía. Es el tercer volumen de una especie de saga escrita por María O’Donnelly que incluye también Born, la propia narrativa del secuestro por el que se pagó el mayor rescate de la historia de la humanidad, y Aramburu, la historia del asesinato que dio origen a la organización Montoneros. Como compañera de trabajo y amiga personal de María, he sido testigo de su apasionada dedicación a estos textos. Uno de sus comentarios recurrentes, a lo largo de muchos años, se refirió al dolor que le causaba la suerte de su familia. Antonio Mascateun gerente de Bunge y Born asesinado por montoneros para que el padre de los hermanos Born pudiera acelerar el pago del rescate.

Imagen de archivo de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo de Argentina, Estela de Carlotto.  EFE/Mario Guzmán
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La obra de O’Donnell reabre una vez más la debate sobre la violencia armada que se ejerció en Argentina en los años previos a 1976. O’Donnell no es el único que ha realizado aportes relevantes al respecto. Ceferino Reato Ha escrito dos libros, también fascinantes, sobre el asesinato de José Rucci y sobre la toma de un regimiento en Formosa. Marcelo Larraquy ha producido varios volúmenes bien documentados sobre la violencia en el período 1973/76, que no son en absoluto favorables a la guerrilla. Mucho antes, Pablo Giussani Escribió un ensayo titulado Montoneros, la Soberbia Armada, que fue motivo de agrias polémicas con quienes se resistieron a una revisión crítica del ejercicio de la violencia de izquierda en los años setenta.

Pero la contribución más significativa aparece en el prólogo del Nunca másese libro fundacional de la democracia argentina, que contiene el primer relato oficial de los crímenes de la dictadura. En ese prólogo se puede leer: “Durante los años 70, la Argentina estaba convulsionada por Un terror que venía tanto de la extrema derecha como de la extrema izquierda.”.

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El prólogo de Nunca Más también refleja la visión del expresidente Raúl Alfonsín, quien no sólo ordenó el procesamiento de las Juntas, sino también de los jefes guerrilleros, en dos decretos sucesivos. En uno de ellos, Alfonsín recordó “homicidios cotidianos, muchas veces en situaciones de alevosía, secuestros, atentados a la seguridad común, asaltos a unidades militares de las fuerzas de seguridad y establecimientos civiles y daños; “Todos estos crímenes culminaron en el intento de ocupar militarmente una parte del territorio de la República”. Como consecuencia de ese pedido, por ejemplo, el jefe montonero Mario Firmenich Fue extraditado de Brasil y encarcelado hasta Carlos Menem lo indultó.

Esta introducción sirve para reflejar que, durante estos años, hubo un arduo trabajo de muchas personas que, si bien repudiaban la dictadura militar, no concedían que la crímenes producidos por la guerrilla antes de 1976 debían ser olvidados. Para un sector muy amplio de la sociedad democrática argentina, un delito es un delito, lo cometa quien lo cometa.

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Es natural que los crímenes de la dictadura hayan tenido un lugar más destacado en la memoria histórica por su dimensión numérica, por la saña y nivel de organización con que fueron cometidos, por el hecho de haber sido ejecutados por el Estado. efectivo. Ese infierno donde mujeres embarazadas indefensas eran torturadas, a menudo violadas, robadas a sus hijos y luego asesinadas, dejaba menos espacio para la discusión que lo ocurrido en los años previos a la dictadura.

Victoria Villarruel y Lucía Montenegro organizaron el evento en la Legislatura de la Ciudad de Buenos AiresVictoria Villarruel y Lucía Montenegro organizaron el evento en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires

Esta semana, un grupo de personas organizó un evento en el Legislatura Buenos Aires “Homenaje a las víctimas del terrorismo”. Los organizadores explicaron que, básicamente, se trataba de exponer al país los crímenes cometidos por las organizaciones guerrilleras, con el argumento de que esa parte de la memoria histórica había sido excluida del relato oficial sobre lo que pasó en los años 1970. No fue una reivindicación de la dictadura, sino un gesto humano de reparación, un esfuerzo por incorporar al relato histórico una ausencia, una omisión, un ocultamiento: el del sufrimiento de las víctimas de la guerrilla.

Durante el evento se contaron tres impactantes historias. Arturo LarraburePor ejemplo, recordó cómo su padre fue secuestrado durante más de un año en una prisión del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y luego asesinado. Larrabure, hace unos meses, fue recibido por el Papa Francisco en el Vaticano. lorenza ferrari Contó la muerte de su hija Laura, que esperaba una nota de examen en la vereda de la Universidad de Belgrano, cuando un coche bomba explotó frente a ella. Graciela Saraspe Denunció que su padre Oscar fue asesinado por el ERP mientras jugaba a los dados en su propio bar, en la localidad de Ingenio Santa Lucía, en Tucumán. Ella, en ese momento, era una criatura.

Hasta cierto punto, Para los protagonistas, contar lo que vivieron en un escenario oficial debe haber sido reconfortante y justo.. Es difícil discutirlo porque se trata de víctimas que, efectivamente, no tuvieron el espacio que tuvieron otras víctimas. Y esta afirmación no tiene por qué expresarse en términos prolijos y equilibrados, ni en términos que deban conformarse al resto de la sociedad. El dolor encuentra los caminos que puede. Y el martes pasado, estas personas conmovidas contaron cómo su dolor, a lo largo de décadas, convivió con la indiferencia social y, sobre todo, estatal. En ese sentido, tienen derecho a exigir reparación, un lugar respetable en la historia. ¿Por qué debería olvidarse el crimen, por ejemplo, de Antonio Muscat?

Protesta en la puerta de la Legislatura porteña REUTERS/Agustin MarcarianProtesta en la puerta de la Legislatura porteña REUTERS/Agustin Marcarian

Pero el acontecimiento también contribuyó a poner de relieve Victoria Villarruel, quien tiene grandes posibilidades de ser el próximo Vicepresidente de la Nación. Fue un episodio especialmente interesante para analizar a un personaje que empieza a ser central en la política local. Teniendo en cuenta el evento del martes y su reciente actuación pública, naturalmente surge una pregunta: ¿Es ella realmente sólo la portavoz de las víctimas ignoradas o busca algo más? ¿Tu acción es reparadora o vengativa? ¿Es alguien que, con su protagonismo actual, viene a apaciguar el dolor surgido en los años setenta o a potenciarlo, alimentarlo, reavivarlo, desde otra posición de fuerza? Hay muchos elementos para suponer que, ante cada una de estas dudas, la respuesta se inclina hacia la segunda opción.

Hija y sobrina de militares que participaron en la represiónVillarruel fue protagonista hace unos años en un episodio poco conocido: visitó al dictador Jorge Rafael Videla en su arresto domiciliario. La información se conoció de manera inesperada porque la contó en Facebook Pedro Mercado, un hombre mayor que fue jubilado por Néstor Kirchner, luego de que su esposa, Cecilia Pando, recriminó al santacruceño en un acto público por la política de derechos humanos de su gobierno. En ese texto, Mercado dijo que pudo conocer a Videla gracias a Villarruel, quien fue quien En aquella época organizó visitas de jóvenes a la casa del condenado.. Villarruel dio otra versión de los hechos: dijo que fue a visitarlo con el objetivo de obtener información para un libro. ¿Por qué mentiría Mercado? ¿Por qué querría hacerle daño?

A diferencia de los familiares de las víctimas de la guerrilla, cuya contundencia radica en la narración de su tragedia, Villarruel tiene una actitud más beligerante. Muchas veces, ante cualquier crítica, Villarruel ataca. Calificó a Estela de Carlotto como un “personaje siniestro” y le dijo que su hija había sido “una panda de terroristas”. El viernes se mostró molesta con una noticia publicada por la agencia Télam. “La impresentable que dirige Télam es hija y esposa de ex terroristas de los que pusieron bombas”, respondió. Villarruel se enojó con un tuit de Úrsula Vargués donde la llamó dictadora. Ella respondió con una pegatina donde le decía que estaba bebiendo “lágrimas de zurda”. Villarruel también se molestó con Lali Espósito, quien expresó preocupación por el buen desempeño electoral de La Libertad Avanza. “Te llenas los bolsillos con dinero del Estado”, la acusó falsamente. Y unos días antes vinculó al diputado cartonera sin ninguna prueba Natalia Zaracho con el homicidio de Morena Domínguez, la niña de 11 años asesinada en Lanús.

Javier Milei y Victoria Villarruel REUTERS/Agustin MarcarianJavier Milei y Victoria Villarruel REUTERS/Agustin Marcarian

En cada aparición pública rechaza ser negacionista de la dictadura, pero su condena a la represión se reduce a una fría fórmula que contrasta con su encendida indignación al referirse a la guerrilla. Quizás a eso se refería The Economist, la prestigiosa y muy conservadora revista británica, que la incluyó así en el retrato de Javier Milei: “Su compañero de fórmula, un ex abogado de soldados acusados ​​de atrocidades Durante la dictadura militar argentina ocurrida entre 1976/83, dio importancia a los crímenes de las guerrillas de izquierda, en lugar de dársela a los actos mucho más sangrientos de la junta militar.

Sobre este mismo tema, en el artículo de The Economist, Milei incluye una definición de lo ocurrido en aquellos años que coincide palabra por palabra con lo que los dictadores decían de sí mismos: “Hubo una guerra entre un grupo de subversivos que querían imponer una dictadura comunista , y Del otro lado estaban las fuerzas de seguridad que se excedieron en sus acciones.”. Además, la legisladora Lucía Montenegro, quien organizó el evento, es ahijada política de un dirigente que se ha fotografiado sonriente con el libro Mi lucha, de Adolf Hitler, en sus manos.

De todos estos elementos surge un perfil muy particular que no tiene muchos puntos de contacto con el pueblo democrático que investigó, denunció y rechazó la escalada de violencia y crímenes ocurridos en los años setenta, más allá de quienes la cometieron. Hay una distancia tremenda que separa a Magdalena Ruiz Guiñazú o Graciela Fernández Meijide o Raúl Alfonsín, por poner tres ejemplos, con Victoria Villlaruel.

En este contexto, es fundamental preguntarse si su militancia simplemente busca reparar una omisión obvia de la democracia -no haber dado un lugar respetable a las víctimas de la guerrilla- o si lo que viene es más bien un ojo por ojo, en algunos de sus aspectos. tantas variantes posibles.

Si es así, podría causar mucho daño. Porque si Milei triunfótendrá mucho poder: lideraría, por ejemplo, las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Seguridad.

Sin embargo, hay algo que no podrá hacer. Sin disparar una bala, la democracia argentina logró lo que ninguna otra en la historia: que los crímenes de una dictadura recibieran un juicio legal y sus culpables una condena. Es un caso ejemplar de la lucha por los derechos de toda la raza humana y, por tanto, goza de reconocimiento mundial en el mundo de las democracias liberales. Las abuelas de plaza de mayoAdemás, son una organización de prestigio internacional porque, más allá de debates legítimos sobre cuestiones menores, Lograron el milagro de recuperar más de 130 niños robados a sus familias.

Todo eso es una cuestión de juicio.

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Source: pagasa.edu.vn

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